El cuerpo médico de Universidad de Chile engaña el cerebro de sus jugadores. Lo hace con intención, con el beneplácito de los futbolistas que recurren a diario a la sala de recuperación del CDA. Las ganas de volver a pisar rápidamente una cancha de fútbol hace que todo método sea válido para apurar, responsablemente, su reintegración al plantel que entrena en La Cisterna.
Es que el sistema revolucionario que se está llevando a cabo en el CDA promete resultados que tienen esperanzado a Guillermo Hoyos. Todo gracias a una cinta mágica, como le llaman los entendidos, que se ubica en las extremidades del cuerpo. Jonathan Zacaría y Leandro Benegas, jugadores que llevan meses de tratamiento para tratar sus respectivas lesiones, ya se sumaron a la iniciativa que es supervisada semanalmente por el kinesiólogo de la U, Mauricio Hernández.
El BFR, en inglés Blood Flow Restriction (moderación del flujo sanguíneo), en su origen tiene como propósito la aceleración de los procesos de recuperación de las lesiones, ayudando a la reincorporación de los deportistas a la competencia. La técnica fue introducida por primera vez por el fisioterapeuta Johnny Owen, del Centro Médico Brooke del Ejército, para ayudar a los veteranos militares heridos que participaron en las guerras de Estados Unidos.
El método científico es simple. Radica en que se modera el flujo de sangre mediante ejercicios fáciles y simples , que se convierten en insostenibles para el jugador. Una pesa de cinco kilos, por ejemplo, exige al máximo a un deportista que está acostumbrado a levantar 30. Su mente está alterada.
Pero, ¿cómo se logra engañar al cerebro? "Sucede al momento de moderar el flujo sanguíneo durante el ejercicio mantenido. Se provoca un incremento natural de la hormona de crecimiento y otras respuestas metabólicas, que producen un rápido aumento de la fuerza y masa muscular, así como una notable disminución de la grasa, debido a la acción de esta hormona. El cerebro sufre una especie de hackeo. La exigencia, en números reales, está sólo a un 20 por ciento de la capacidad del futbolista, que siente que está a tope". Quien explica el revolucionario método es Claudio Abarca (37 años), quien presentó el tratamiento a los estudiantiles.
"Hace cerca de tres semanas que Leandro Benegas y Jonathan Zacaría están utilizando este método. Han tenido operaciones graves y estas terapias serán claves para ayudar a reducir el periodo de tiempo de recuperación. Según los estudios, el tiempo de la vuelta a las canchas se reduce a la mitad", dice el especialista.
El tratamiento implica sesiones diarias. Se les somete a ejercicios básicos, como pequeños trotes o suaves movimientos en bicicletas estáticas, que terminan siendo un extenuante entrenamiento para el futbolista. Tienen un tiempo de duración de casi 60 minutos: "El cerebro cree que es un entrenamiento de alta intensidad. Se le engaña a través de este método. Al ser así, se generan respuestas hormonales, se estimula la salida del torrente sanguíneo, que fomenta las hormonas de alto crecimiento. Esto beneficia mucho al deportista que, sin duda, apura su regreso a las canchas", revela el titulado en la escuela de internación de Educación física y Deportes, en Cuba.
El método de utilización es simple. Se le instala a los futbolistas unos dispositivos en las extremidades del cuerpo (similares a las bandas que se colocan para medir la presión), específicamente bajo los glúteos y los deltoides. "Leandro Benegas y Jonathan Zacaría están muy contentos con el tratamiento. Se han ido sintiendo mejor y este proceso será importante para tenerlos lo antes posible de vuelta a las canchas", agrega Abarca.
Zacaría y Benegas confían en la cinta mágica. Quieren estar de vuelta lo antes posible. Y están dispuesto a todo, incluso a engañar el cerebro.