Puede parecer una disputa lejana, que involucra deportistas millonarios y circuitos de competencia exclusivos, pero el conflicto entre la Liv Golf Invitational Series contra los tradicionales circuitos del PGA Tour y el European Tour, es un aviso de lo que puede ocurrir con los deportes de alto rendimiento. Un fondo de inversión de Arabia Saudita, Public Invesment Found, decidió hacer su propia gira de golf, pagando premios desmesurados y asegurando que todos cobran, sin el tradicional “corte” que hay en los torneos habituales. Para más comodidad de las estrellas, sólo se juegan 54 hoyos, en vez de 72. Resultado de la adición: plata asegurada, mejores premios y menos trabajo. Y eso no es todo: te pagan una fortuna sólo por inscribirte en la gira.

Un sueño

Es por lo mismo que, con la batuta de Greg Norman, varios jugadores de primer nivel han abandonado el PGA y el Tour Europeo para irse a la Liv Golf. Phil Mickelson, Dustin Johnson, Bryson DeChambeau, Brooks Koepka, Kevin Na, Patrick Reed, Sergio García, por nombrar unos pocos, han desertado de los circuitos estadounidense y europeo para jugar los calmados 54 hoyos de la Liv. Sin presiones, sin jugadores jóvenes que los puedan desplazar, sin la obligación de sumar puntos para mantenerse en la gira, todos estos golfistas se llenarán los bolsillos jugando casi como exhibición. Como moño del envoltorio, el Liv Golf jugará fechas en Estados Unidos y Europa. Casi una provocación. La semana pasada hubo torneo en Londres y la próxima en Portland ¿Quién ganó? ¿Quién va líder? A nadie le importa en verdad.

Ante la sangría, tanto el PGA y el European Tour han reaccionado sancionado a los desertores y prometiendo reajustes en los premios para la próxima temporada. Veremos si funciona.

Charl Schwartzel celebra tras quedarse con el LIV Golf de Londres. Foto: REUTERS/Paul Childs

Ahora ¿Cuál es el peligro? Que este modelo se replique en otros deportes. Que llegue un fondo de inversión y arme su propio ATP Tour, pero sin ranking, sin qualy, sin jugadores ascendentes, sin molestias y asegurando millones aunque pierdas 6-0 6-0 en primera ronda. Todo a tres sets, como 32 jugadores elegidos a dedo entre los mejores del ranking mundial que podrán divertirse en torneos que nadie verá, que a nadie importará y cuyo nivel de competencia será lo menos relevante. Y así, por ahora, con todos los deportes individuales: un circuito de veteranos pero jugado por deportistas en plena capacidad.

Dije “por ahora” con deportes individuales. Nada asegura que los cataríes y saudíes no sólo se conformen con dominar la FIFA, sino que creen su propia FIFA. Un Mundial de estrellas reclutadas a punta de premios exorbitantes, qué sé yo, Europa vs América del Sur, con todos los cracks jugando relajados, ya cobraron, y cuyas pichangas terminen 7-6 o 10-8 para alegría del jeque. Y por qué no una NBA o unos Olímpicos completos propiedad de los petrodólares.

En definitiva, la Liv Golf es una caja de pandora que en menos de dos meses remeció dos de los circuitos deportivos más antiguos y sólidos del mundo. Hay que estar atentos, porque el deporte de alto rendimiento puede cambiar para siempre. Y no sé si para bien.

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