La columna de Guarello: Los nudos de Solari
"¿Se justifica la desazón de Quinteros? Claro que no. Un buen entrenador potencia los jugadores que tiene, no lo contrario. Se entiende que alguno baje su rendimiento por razones ajenas al control del técnico, pero eso debe ser una excepción, y no la norma".
La venta de Pablo Solari a River Plate trajo varios efectos colaterales. El menos importante, pero con gran valor simbólico, es que el gran traspaso de una figura emergente desde el fútbol chileno se trató de un jugador argentino. Habrá llegado como juvenil a Colo Colo el 2020, pero fue formado en Talleres de Córdoba y más allá de que haya pegado el salto acá, no quita que sea un legítimo producto de la factoría cordobesa y no de los cadetes de Macul. Tan poco se está generando por acá que, a falta de dos fechas para terminar la eliminatoria en marzo pasado, un grupo de parlamentarios, hinchas de los albos, sondearon la posibilidad de nacionalizar “por gracia” al Pibe Solari y así jugara por la Selección.
El tema es que Solari se fue y, vaya sorpresa, Gustavo Quinteros ya manifestó su molestia porque el club no traerá un reemplazante desde el extranjero y deberá arreglarse con lo que tiene. Y lo que tiene es bastante para el medio chileno: Cristián Zavala, Marcos Bolados, Alexander Oroz y Agustín Bouzat. Para el entrenador argentino ninguno de ellos tiene el nivel de Solari y puede ser cierto. La explosión, el encare, la diagonal, la finta y el atrevimiento del Pibe no lo poseen los cuatro anteriores en su conjunto. Tampoco los defectos del mismo Solari que parecen se olvidan: no tomar buenas decisiones cuando entra al área, rematar desde ángulos absurdos teniendo a un compañero libre por el medio, ser infantilmente individualista cuando en el fútbol es un deporte en esencia colectivo.
Vamos a la médula del problema ¿Se justifica la desazón de Quinteros? Claro que no. Un buen entrenador potencia los jugadores que tiene, no lo contrario. Se entiende que alguno baje su rendimiento por razones ajenas al control del técnico, pero eso debe ser una excepción, y no la norma. Y en Colo Colo, sobre todo los juveniles, la norma ha sido que los que no cuentan con la confianza absoluta del entrenador, se conviertan en fantasmas o miren los partidos desde la banca si no es que desde la tribuna. Un despropósito.
Cualquier entrenador de Primera División en Chile estaría muy tranquilo con Bouzat, Zavala, Oroz y Bolados. Pero a Quinteros no le bastan. Necesita otro y ya lo avisó crípticamente, o no tanto, cuando se refirió al tema. Tal vez el cierre del libro de pases le baje las ansiedades de una vez por todas. Aunque la pregunta queda en el aire ¿Quién es el responsable de que Zavala no repita su rendimiento de Melipilla, que Oroz no se haya consolidado y que Bolados haya tenido un bajón tan grande? La banca tiene algo que ver acá.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.