Hace pocos días Santiago Morning hizo un reclamo formal porque su equipo femenino, uno de los más fuertes en la liga, debió enfrentar a Antofagasta en una cancha de liga amateur, con pasto sintético en muy malas condiciones y casetas en vez de camarines, debido a que la asignada en el estadio Calvo y Bascuñán estaba siendo usada en una actividad municipal. Días antes, en el campeonato masculino, Unión Española hacía de local en Coquimbo contra Universidad de Chile con menos de 150 personas en las tribunas. Un desastre. Son ejemplos recientes, a la rápida, pero como estos hay decenas y dan fe de la manera en que transita el fútbol profesional chileno: aquejado por deudas millonarias, jugando en cualquier parte, con aforos limitados y una bien fundamentada incertidumbre sobre su futuro.
Mientras, en la ANFP siguen gastando miles de dólares en honorarios para el abogado Eduardo Carlezzo buscando una apelación milagrosa ante la FIFA, cuando los partidos de Ecuador en el Mundial tienen rival, estadio, fecha y hora ya sentenciados. Lo mismo el despilfarro que significó traer a Javier Castrilli. A Enrique Osses lo echaron por ser “muy caro” y terminaron reemplazándolo por un hombre desactualizado, que llevaba veinte años fuera del fútbol, recomendado por Mario Sánchez y que, vaya, cobraba cinco mil dólares más que Osses además de vivir en una residencia lujosa a expensas del fútbol chileno. Pero, que no se note pobreza, otro recomendado, esta vez por el dueño de Magallanes y empresario de jugadores Cristián Ogalde, apareció como jefe técnico de las selecciones nacionales a un costo de 30 mil dólares mensuales y que durante varios meses vivió a cuerpo de rey en el Hyatt. Ahora se supo que la ANFP no le renovará contrato en diciembre a Francis Cagigao debido a su nulo aporte coronado por una pésima relación con Eduardo Berizzo. Ya en la Copa Kirin tuvieron un duro encontrón: sin avisarle a Berizzo, Francis, como le dice Felicevich, envió al médico de la delegación de regreso a Chile. Desde ahí, el ex ayudante de Bielsa no quiso saber nada con el español.
Carlezzo, Castrilli, Cagigao, por buen gusto no hago juegos de palabras y, es justo, diferencio la manera en que los tres han llevado las gestiones encomendadas por la ANFP. Son tres situaciones distintas, pero con un destino común: el fracaso. Por ejemplo, lo de Carlezzo se justificó en primera instancia, pero, luego del fallo de la FIFA, por mero decoro debió olvidarse el asunto y finiquitar al abogado. Hay un hecho indesmentible: la directiva de la ANFP, cuando se trata de contratar “asesorías extranjeras”, gasta como si no hubiera un mañana sin ponderar el déficit cada vez mayor que afecta a nuestra actividad.
Es difícil encontrar sensatez en Quilín. Parece que hay demasiadas voces dando “ideas” o tratando de meter amigos. Por inercia y salud mental, queremos y debemos confiar en que Eduardo Berizzo le pondrá un poco de seriedad al asunto. En las próximas nóminas veremos la mano del entrenador argentino. Será un comienzo, los resultados en la cancha habrá que esperarlos un poco más.
De los que quedaron en el camino, o van a quedar, habrá que sacar una lección que a los chilenos nos cuesta mucho: no embriagarnos por un nombre altisonante o una labia desarrollada. Ya bastantes problemas tenemos en casa para seguir gastando millones en humo.