Se terminó la Copa América y debemos esperar dos semanas para meternos de lleno en eso que JM definía, tan sentidamente, como "lo nuestro". Mientras, una húmeda y anodina Copa Chile se juega por aquí y por allá. Fue un mes de distracción, de sana ilusión donde el equipo dirigido por Reinaldo Rueda insinuó un reencuentro con las fuentes más productivas de la generación dorada para terminar sucumbiendo ante la dura realidad: con ocho o nueve jugadores (Jean Beausejour se resta desde ahora) no alcanza. Ni la inercia, ni el piloto automático, ni la chapa. O la selección chilena se renueva de una vez por todas o las cosas seguirán a la baja.

Claro, con respecto al año y medio precedente, Chile mejoró, no hay dudas, pero perdió tres de seis partidos. No puede ser un balance positivo. Además, la crispación de los jugadores en el partido con Argentina indica que las cosas al interior del plantel no están tan bien como sus voceros pregonan. Difícil tarea tiene Rueda desde aquí hasta el comienzo de las eliminatorias. No se extrañen si comienza una poda en serio.

Mientras, noticia sabida pero rápidamente olvidada por el desarrollo la Copa América, la selección Sub 17 se quedó sin entrenador. La ANFP reaccionó como sabe: a la velocidad de una tortuga. Recién el martes, Cristián Leiva fue nombrado en reemplazo de Hernán Caputto. Desde ya, y esto no puede ser desmentido, el equipo que debe jugar el Mundial en Brasil en octubre próximo estuvo un mes sin trabajar. La mejor generación de jugadores desde el Mundial Sub 20 de Canadá estuvo 30 días parada porque en la ANFP se tomaron con calma chicha la búsqueda de un nuevo entrenador. Lo peor de todo es que ya lo tenían, pero lo dejaron colaborando en el equipo de Rueda para la Copa América. ¿No se podía venir antes y echar a andar al equipo?

Es interesante el caso de Leiva. Fue ayudante de campo de Héctor Robles en el sudamericano Sub 20 de Rancagua y después anduvo en Toulon con Bernardo Redín. Desde ahí viajó a Itu para integrar el equipo de trabajo de Rueda. Antes, con Jorge Sampaoli, se disfrazó de guardia y de periodista para espiar a los equipos rivales. Estuvo en todas. Su elección no puede sorprender. Era quien estaba a mano.

La salida de Caputto de la Sub 17 y la ausencia total de planes para la Sub 20 indican algo muy claro: no hay políticas estructurales en el fútbol chileno. Todo se juega a que la selección adulta gane o pierda. Es el barómetro único al parecer. El resto funciona con el viento de cola. La sensación, el regusto, es que tras la venta del CDF a Turner gran cantidad de dirigentes bajaron las banderas y perdieron todo el interés en el asunto. En Quilín está Moreno a la deriva, con las patas a punto de ser comidas por los tiburones. Hay integrantes del directorio con los cuales no se habla hace un par de meses. Que se las arregle solo, a nadie le importa. Total, ya capitalizaron.