Porque sería cometer similares errores en las formas y procedimientos ya utilizados por la U en la contratación de sus últimos entrenadores. Por qué Caputto no.

Ocurrió con Beccacece y con Arias donde no se respetaron, por unos y por otros, mínimos estándares éticos. Más atrás en el tiempo, algo similar les sucedió con la llegada de Víctor Hugo Castañeda y la salida de Vaccia.

Decisiones furtivas, desesperadas. Técnicos ansiosos entrando por la puerta trasera y rompiendo principios exigibles en un fútbol profesional y en instituciones serias y con personas prestigiadas. Quien entra de mala manera acaba por terminar mal.

Porque a Caputto se lo llevó a la U para iniciar un proyecto formativo y no para apagar incendios. Se viste un santo y se desviste otro.

Porque Caputto carece de la experiencia necesaria para enfrentar situaciones complejas con jugadores avezados y en ambientes enrarecidos.

Porque los problemas de la U no se resuelven con medidas parches y con interinatos que en tales circunstancias impiden adoptar las medidas drásticas y definitivas que requiere la U y no vivir el día a día.

Porque la incertidumbre en su continuidad es faltar el respeto a un técnico que tiene una buena imagen de seriedad y cumplimiento de sus compromisos.

Porque en los dos partidos bajo su conducción aún subsisten en la U debilidades futbolísticas y que quedan ocultas ante la cosechas de puntos los que bien pudieron haberse perdido.

Finalmente, y posiblemente lo más importante, porque a pesar de haber alcanzado clasificaciones a torneos internacionales importantes dirigiendo selecciones menores, jamás sus equipos se caracterizaron por buen juego.