En diciembre de 2017, Joaquín Niemann era un juvenil en ascenso, el mejor del mundo, un gran prospecto que buscaba el camino más inteligente para insertarse en la élite del golf profesional. Desde Estados Unidos las universidades hacían fila para ofrecerle becas para estudiar y jugar. Una idea muy tentadora, tal vez la más lógica, porque el circuito universitario es el más eficiente formador de ganadores en el PGA. Mientras analizaba qué hacer, Joaco ganaba el abierto del Club de Polo San Cristóbal y la agencia española EFE le dedicaba un artículo con el inequívoco título "La perla del golf latinoamericano". En él, Niemann hablaba de su sueño de jugar en el circuito profesional enfrentando a Tiger Woods, Rory McIlroy o Dustin Johnson.

Dos años más tarde, dando el salto al vacío desde ser un juvenil amateur al profesionalismo sin estaciones intermedias, lo encontramos en el exclusivo e histórico Royal Melbourne, abriendo los four-ball de la Presidents Cup integrando el equipo internacional. Lo acompaña el excelente australiano Marc Leishman, cinco triunfos en el PGA, pero al frente tiene a Tiger Woods y Justin Thomas. Cuesta imaginar un dúo más completo y talentoso para enfrentar. Hay que estar ahí, hay que llegar ahí.

La cancha se presenta implacable pese a no ser muy larga. Las calles son estrechas y duras, castigando duramente hasta el mínimo error. Esos extraños roughs, mezcla de hierba seca y tierra, son visitados con demasiada frecuencia por los jugadores. De los greens ni hablar, pistas de hielo y platos dados vuelta. Los putts muy agresivos se pasan dos metros, los golpes de aproximación, lo mismo, directo a los bunkers. Se podría jugar bowling en ellos. Sumamos un viento constante y denso, que desvía los tiros para cualquier lado.

Completan el cuadro más de 30.000 aficionados. Todos conocedores profundos y exigentes, que meten presión y vitorean a los jugadores. Un salto inimaginable en tan poco tiempo desde la escarpada pero amable cancha del Club de Polo, donde una cincuentena de socios seguía la ronda final donde Niemann peleaba el título con su gran amigo Guillermo Mito Pereira.

Cuando Niemann habló el 2017 con el periodista español Gerard Soler era ambicioso y optimista. Pero nunca podremos cuantificar hasta dónde y qué tan rápido pensó estar en la cúspide del golf mundial, mano a mano con el mejor jugador de todos los tiempos, sometido a una presión bestial, propia del más alto rendimiento. Sea como fuere el resultado el domingo en este enfrentamiento entre Estados Unidos y el Resto del Mundo sin Europa, no hay dudas de que Niemann llegó muy rápido y muy alto casi sin darse cuenta. Soler escribió entonces que Joaquín "Respira golf las 24 horas del día". Imposible no encontrarle razón.