Unai Emery, el técnico que se acaba de consagrar campeón de la Europa League con Villarreal (la cuarta de su carrera), contrasta sus éxitos como DT con una discreta carrera como jugador. Sin embargo, desde que fue ascendido al primer equipo de la Real Sociedad, en 1995, dio claras muestras del gran organizador que lo llevó a la elite del fútbol mundial.
Una modesta trayectoria en la que compartió camarín con tres jugadores chilenos: Miguel Ramírez, en la Real, además de Raúl Palacios y Frank Lobos, en el Racing de Ferrol, en la segunda categoría. Los mismos que hoy comparten con El Deportivo los antecedentes de un vasco que siempre pintó para entrenador estelar.
“Jugaba como volante izquierdo, un futbolista muy técnico, con una muy buena zurda. Tenía un estilo muy parecido al de Carlos Espinoza, de Iquique. A Unai le gustaba mucho meter esos pases entre líneas. Tenía muy buenos controles y tácticamente era notable”, recuerda Cheíto, quien coincidentemente llegó al club, cuando ex DT de Arsenal fue ascendido al primer equipo de la Real Sociedad en LaLiga.
Una descripción que coincide con la del ex mundialista de Japón ‘93, quien lo tuvo de compañero cinco años más tarde: “Era un carrilero zurdo, estilo Mark González. Era un buen jugador, también llegaba bien al arco. Un típico jugador de la banda. Alternaba distintas posiciones. Un líder innato, muy buen compañero”.
Entrenador nato
Pese a ser un futbolista del montón, el oriundo de Fuentearrabía estaba predestinado a dirigir. Así se intuía cuando era jugador, cuando ordenaba a sus compañeros frente a las exigencias del rival. Pequeños detalles, con los que Emery fue forjando su biografía como adiestrador, siempre desde dentro de la cancha.
“Si bien no era el titular, era de hablar mucho, como un buen líder, era un referente para los compañeros. En ese tiempo ya tenía esa misma proyección que ha demostrado en su exitosa carrera. Era muy carismático. Le gustaba discutir la forma que tenían de jugar nuestros rivales, también cómo los debíamos enfrentar nosotros. Eso lo fue desarrollando en esas intervenciones que tenía con el cuerpo técnico. Cuando hablaba, sus aportes siempre eran buenos. Siempre hablaba del tema táctico, de cómo jugábamos nosotros, de cómo venía el equipo. Siempre tuvo esa capacidad de análisis”, confirma Miguel Ramírez.
La misma opinión que se desprende de las palabras de Frank Lobos, quien agrega que “ordenaba mucho dentro de la cancha, en ese tiempo ya tenía un gran conocimiento táctico. Se notaba en los partidos, en las funciones del campo, pero sobre todo en las charlas del técnico, donde opinaba mucho, preguntaba harto. Ya se perfilaba como el entrenador que sería después. A mí me tocaba más tener contacto con Emery en la cancha, ya que jugaba por la izquierda y yo en el medio. Siempre en la línea de cuatro volantes. Era un jugador muy inteligente, llegaba arriba siempre por el lado contrario, podía jugar por toda la banda, también como lateral izquierdo”.
Inquieto y curioso
Al margen de la preparación, uno de los rasgos que más destacó en el carácter del entonces incipiente DT fue la retroalimentación que lograba con sus entrenadores. Inquieto y curioso, el Emery jugador lo preguntaba todo y siempre contrastaba opiniones.
“En las charlas técnicas siempre quería intervenir, por la necesidad de conocimiento que tenía y porque siempre le gustaba aprender más. Me acuerdo de algunas charlas con el Javo Irureta, que era el técnico en ese entonces, en el comedor. Ahí ya se notaba que quería ser entrenador. En las concentraciones, siempre caminábamos después del almuerzo o la cena. Era una tradición en la Real Sociedad. Salíamos con Emery y sosteníamos unas charlas interminables de fútbol, muy agradables y enriquecedores”, dice el ex técnico de Santiago Wanderers.
Y así lo confirma Lobos, exvolante de Vasco da Gama: “Era un tipo muy humilde, muy humano, muy carismático. Generaba siempre un feedback con el resto para complementar ideas. Un profesional muy democrático, siempre preguntaba y pedía opiniones”.
El vasco comenzó sus estudios de entrenador en 2001, cuando compartía vestuario con Lobos y Palacios en Ferrol. Y es el ex mundialista Sub 17 quien rememora esos momentos. “En ese mismo año que yo estuve en Racing de Ferrol, en 2001, comenzó a estudiar el curso de entrenador, me contaba de su experiencia en esas primeras clases. Con metodologías súper distintas a las de Chile, sobre todo en la iniciación del fútbol. Lo recuerdo porque yo después hice el curso en el Inaf. Unai fue creciendo como estudiante.
Asimismo, agrega: “Nunca pensé que llegaría tan lejos, uno siempre espera lo mejor de la gente que conoce, pero Emery sorprende, sobre todo por haber llegado al nivel que lo está demostrando. Sus equipos demuestran su filosofía de juego y de vida, muy marcada por su conocimiento del fútbol. Con un estilo muy particular. Complementa muy bien las formas del juego, la mecanización de los movimientos de sus equipos”.