La Copa América se jugará en Argentina y Colombia, tal como estaba planificado originalmente. El Consejo de la Conmebol no alteró las sedes del evento que debe comenzar el 11 de junio, el que Chile se había mostrado dispuesto a recibir si las condiciones sanitarias, por el lado transandino, y la revuelta social, por el del país cafetalero, impedían desarrollarlo con normalidad.

En la reunión de hoy se analizaron los avances que ambos países debían reportar respecto de la organización de la competencia, que estará marcada por las restricciones derivadas de la pandemia. En ambos casos, los informes fueron aprobados.

Ni siquiera los evidentes estruendos que se escucharon en Barranquilla, donde se disputó el duelo entre Junior y River Plate, por la Copa Libertadores, alteraron la convicción del ente que rige al fútbol sudamericano en el sentido de mantener la planificación preestablecida.

Eduardo Vargas intenta abrirse paso entre la defensa argentina, durante la Copa América de 2019, en Brasil. (Foto: Agenciauno)

Chile estaba preparado

En Chile aguardaban la decisión con cierta ansiedad. Primero, por el interés natural de volver a recibir a los mejores jugadores del continente, tal como sucedió en 2015. Y luego porque existía la convicción de que la capacidad organizativa que ha mostrado el país para realizar grandes eventos a nivel continental le permitiría reaccionar rápidamente en la eventualidad de que se le asignara la responsabilidad.

De hecho, el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, había manifestado la apertura del gobierno a la idea. “Chile tiene una inversión importante en materia de infraestructura deportiva. Si no hay que hacer ninguna inversión y si se cumplen las medidas sanitarias, Chile puede ser una alternativa”, declaró el jefe de gabinete. “Hay que entender que así como Chile en su momento no pudo realizar algunos eventos internacionales, hay otros países que también están viviendo realidades complejas en lo sanitario y social”, añadió.

Incluso, ya se habían tirado líneas en relación a las posibles subsedes, las que se concentrarían en la capital y en las regiones más cercanas, para evitar desplazamientos importantes.

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