A medida que pasan los años, se recuerda cada vez con más nostalgia el título de Colo Colo en 1991. No solo por la cantidad de años, sino por los escasos éxitos de los clubes chilenos en la Copa Libertadores. La última final fue hace 28 años, la que perdió la UC con Sao Paulo; mientras que los clubes nacionales apenas metieron cuatro semifinalistas en tres décadas, el último Universidad de Chile en 2012.
Desde el título conseguido por los albos, el rendimiento de los clubes chilenos en la Copa solo llega al 41,6% entre los puntos obtenidos sobre los posibles. Al dividirlo en tres décadas, el peor lapso es el que suma desde 2002 a la fecha, donde el registro llega al 37,6%.
Los peores números responden al año 2004, donde nuestros elencos apenas pasaron el 14%. El mejor fue en 1997, cuando Colo Colo llegó a la semifinal tras eliminar a la UC en cuartos.
Equipos millonarios
Pero el problema deportivo contrasta con la realidad económica de los clubes. El contrato firmado con Turner, a finales de 2018, les permitió a los elencos chilenos recaudar alrededor de 92 millones de dólares por año hasta 2033.
Brasil vive en otro planeta, ya que recibe cerca de 400 millones de dólares de la televisión por año, contando todos sus torneos. Argentina, con su moneda devaluada y la inflación, bien puede llegar a los 110 millones anuales. El torneo de Chile está tercero en esa lista, por sobre ligas como la colombiana (60 millones por año), uruguaya (42), peruana (33), ecuatoriana (26), paraguaya (22), venezolana (20) y boliviana (16). Es decir, un éxito económico que de ninguna manera se traduce en resultados para los equipos nacionales.
“Chile debería ser una liga que tenga más peso. Es un país con estabilidad económica, hay recursos, hay infraestructura, contratan buenos entrenadores y tienen formación. Chile debería estar en el segundo lote de ligas sudamericanas, Colombia está por arriba y no tiene más historia que Chile, incluso hasta la liga paraguaya que está por debajo en poderío, pero sus equipos llegan más lejos: Olimpia, Cerro Porteño y Libertad están en la pelea en las copas. La liga uruguaya está por encima y la de Ecuador también, hablando netamente en términos deportivos”, reconoce Claudio Coronel, ex director de programación de Fox para Latinoamérica y gerente de deportes del Grupo Nación de Paraguay.
Sin embargo, las sociedades anónimas no garantizan ese éxito deportivo, pese a las ventajas que se les reconoce desde el extranjero. “Lo que tienen los clubes chilenos, principalmente sobre argentinos y brasileños, es la gestión de los equipos. Al ser empresas, instituciones que tengan dueños, aficionados y socios; les debería dar una robustez en la administración. En Argentina y Brasil los clubes cada tres años cambian las directivas. En el caso de Brasil, por ejemplo, la gran materia prima son los jugadores, una gran oferta de atletas de nivel medio. Dejo de lado a los súper cracks que se van muy temprano a Europa”, dice Fernando Ferrei, economista de la Consultora Pluri, el principal órgano de deportes y negocios de Brasil.
Los mejores recintos
Tras la organización del Mundial Femenino Sub 20 de 2008, la Copa América de 2015 y el Mundial Sub 17 del mismo año; el país quedó con una red de modernos estadios que fueron utilizados, principalmente, por los equipos del fútbol profesional. Ni siquiera eso ha podido cambiar el destino internacional del balompié chileno.
“Me da un poco de pena, porque los clubes chilenos tienen estructuras muy interesantes, sobre todo lo que quedó después de la Copa América de 2015, los estadios para los mundiales Sub 20, además de los grandes centros de entrenamiento que tienen equipos como Colo Colo y las dos universidades. Estructuras bastantes profesionales, desde el punto de vista del marketing, desde la comunicación de prensa. Les falta trasladar eso al ámbito deportivo”, reconoce el argentino, gerente de deportes del Grupo Nación de Paraguay.
Más lapidario es el juicio de Leonardo Véliz, finalista de la Copa con Colo Colo (1973) y Unión Española (1975). Según el Pollo, el nivel del campeonato explica el déficit de las instituciones de este lado del subcontinente. “Acá el campeonato es malo. Entonces, si te enfrentas a otro equipo de un medio superlativo, obviamente, vas a sentir el golpe. El otro día me dieron ganas de llorar viendo Wanderers contra Everton, un partido muy malo, horrible. Los únicos que defienden esto son los jugadores y técnicos argentinos que llegan, porque tienen que hablar bien del producto que están protagonizando. Cada vez que veo la Champions League pasan varios días que no puedo ver partidos del fútbol chileno. Los equipos tienen altibajos muy grandes, hay un flanco débil en alguna parte. Ya ves lo que pasó con Ronald Fuentes, que cuando salió Rueda sonaba hasta para la selección y ahora se fue de Wanderers. Lo mismo el Coto Sierra, que lo quiero mucho, que no despega este torneo con Palestino”, dice el exjugador albo.
Mala gestión
En ese escenario, el campeonato chileno es el corolario perfecto de que el dinero no implica el éxito deportivo. Pese a los millonarios ingresos, el torneo local es el octavo en la lista de las ligas que más vendieron en la última temporada con 10 millones de dólares, según Transfermarkt.
Brasil es el primero en ese ítem, con ventas de jugadores que se elevan a los 202 millones de dólares. Argentina es segundo, con US$ 141 millones, mientras que la Serie B de los brasileños es tercero con US$ 37 millones en ventas. Uruguay ocupa la cuarta casilla con 24,8 millones, quinto es Colombia, (16,8), luego viene Ecuador (15,8) y después Paraguay (11,4).
“Hay un contrasentido, en los tiempos donde hay más plata para los clubes es cuando menos fútbol se ve, menos calidad. Menos trabajo en divisiones menores, menos jugadores de proyección para vender a las cinco ligas más importantes”, confirma Véliz.
En ese contexto, a administración de los ingresos es la gran deuda de las escuadras chilenas. Así lo piensa Ferrei, estudioso de la salud del fútbol de la región. Según el economista brasileño, el déficit del campeonato nacional pasa por cómo se gasta el dinero.
“Usted necesita de dos tipos de gestión para un éxito deportivo. Una es la del club en sí, como una empresa, ser competitivo para traer profesionales de buena calidad, no gastar más de lo que ingresa, con controles gerenciales e indicadores de desempeño. La otra gestión, la más complicada, es la que usted debe tener dentro del campo. Tener un buen sistema de captación de jugadores de inferiores, una formación integral de los atletas, una buena administración para monitorear el mercado de jugadores, saber lo que necesito y lo que tengo, un buen manejo de los liderazgos del vestuario, una cohesión del equipo. Tal vez sea esa, precisamente, la gran desventaja del fútbol chileno. Brasil y Argentina tienen más materia prima en sus canteras. La cantidad de dinero que ingresó el fútbol chileno por concepto de televisión de alguna manera va en contra del talento del equipo”, confirma Ferrei.
Y el brasileño abunda en su explicación, sobre todo cuando toma en cuenta que “la verdad es que si usted no tiene tantos jugadores, debe tener gestión en la búsqueda de nuevos talentos, como lo hacen los clubes uruguayos, por ejemplo. Para eso tienes que desarrollar el área de scouting y manejar el mercado externo para reforzarse de buena manera. Si usted no invierte el dinero en ese tipo de administración su producto se va a depreciar. Eso es lo que tienen que pensar los equipos chilenos. El primer paso es lograr un buen contrato de TV y el segundo es saber qué hará usted con ese dinero”.
Más directo es Coronel, quien concluye: “Los chilenos hacen buenas contrataciones, llevan a jugadores que han disputado la Copa Libertadores, pero a nivel continental no termina funcionando. Y me parece que el fútbol chileno tiene una deuda importante a nivel de clubes, no así a nivel selección”.