La corona que más ansiaba el Rey: el efecto de Arturo Vidal en el título de Colo Colo
El volante cumplió el objetivo para el que retornó al Cacique. Al menos, el más accesible, considerando que también declaró que pretendía la Copa Libertadores. Su presencia se hace sentir dentro y fuera de la cancha.
El 1 de febrero, Arturo Vidal recorrió la cancha del estadio Monumental. No lo hizo vestido como futbolista. Después de bajarse de un helicóptero, montó uno de sus caballos, ataviado como un caballero medieval. Como el rey que volvía a sus dominios para seguir escribiendo su propia historia. La escena la completaban unos 30 mil asistentes a un Monumental que, más que nunca, merecía el apelativo de coliseo. Hubo corona y capa. También, música.
La camiseta del Athletico Paranaense había sido la última que el oriundo de San Joaquín había vestido en el extranjero, en una carrera que construyó, principalmente, en Europa, donde sumó títulos hasta convertirse en el jugador chileno más laureado de la historia. A los 36 años, había llegado el momento de volver a Chile, aunque sin perder de vista los grandes objetivos. En la cabeza del ambicioso mediocampista figuraban dos: el Campeonato Nacional y la Copa Libertadores. Del torneo continental, los albos se irían en los cuartos de final ante River Plate, en una serie en que el jugador de la Juventus, el Bayern Múnich, el Barcelona y el Inter de Milán, por citar las camisetas más emblemáticas que vistió en el Viejo Continente, sería protagonista. En el juego y en las palabras. Faltaban varios meses e historias para eso.
El efecto de Arturo Vidal en Colo Colo
Vidal llegó a Colo Colo envuelto en dudas. Incluso, fue el centro de una de las tantas pugnas directivas en el seno de Blanco y Negro. El sector que lideraba el entonces presidente, Alfredo Stöhwing, tenía reticencias respecto de su llegada. Por los costos (se convertiría en el jugador mejor pagado del plantel, con ingresos del orden de los $ 95 millones mensuales) y por las condiciones físicas: aún se restablecía de la cirugía a la que había sido sometido por la lesión que había sufrido en septiembre, jugando por la Roja, ante Colombia. La otra facción, que aglutinaba al actual timonel, Aníbal Mosa, y al club social y deportivo albo, aprobaba el fichaje sin condiciones. Hubo dudas respecto de la realización de los exámenes médicos rutinarios antes de cada fichaje en una clínica en la que atienden los médicos que guiaron el procedimiento quirúrgico. Curiosamente, varios han estado ligados al club. Finalmente, igual el volante se tuvo que someter a una revisión más exhaustiva que la habitual. La sobrepasó. Había despejado esas aprensiones.
Oficialmente (antes había jugado un amistoso ante Everton, en Viña del Mar), Vidal debutó el 11 de febrero por el Cacique. O redebutó, en rigor. Lo hizo, como siempre, generando atracción y respondiendo a las expectativas. Fue en un partido, que no ha terminado: la Supercopa ante Huachipato. Con un penal, en los 22′, marcó el 2-0 para el Cacique. Sería su primer abrazo después de una conquista. Su rendimiento fue creciendo a medida de que pasaban los partidos y alcanzaba una condición física, al menos, cercana al ideal que lució en sus mejores tiempos. Considerando todos los frentes en los que compitió el Cacique, superó las tres decenas de partidos y convirtió ocho goles.
Su importancia, en todo caso, trasciende las cifras. Con el King en la cancha, los albos proyectan una impronta distinta. La sensación es que, como si se tratara de un monarca que comanda a su tropa, sus compañeros se refugian en la inmensidad de su figura. Es cierto que ya no muestra el nivel que, en su momento más destacado, lo convirtió en uno de los mejores volantes defensivos del mundo. Sin embargo, su permanencia en el campo de juego parece suficiente como para transformarlo en un escudo protector. Colo Colo se hizo más solvente con el bicampeón de América en la cancha.
Polémicas, sueños y contrato
Ocho meses después de su retorno, en Macul nadie duda de que la decisión de recibirlo en casa fue la acertada. De hecho, ya está avanzada la renovación de su contrato, otra vez por un año, en el entendido de que se trata de un jugador caro, que está en la recta final de su carrera. Almirón y la dirigencia pretenden construir a partir de su figura el Colo Colo del Centenario y el equipo que buscará dar un definitivo salto de calidad en la Copa Libertadores. A Vidal, fiel a su estilo, se le volverá a escuchar diciendo que va por el título en el torneo de clubes más importante de Sudamérica.
Su personalidad desbordante no solo se grafica en la postulación a grandes objetivos. También lo ha metido en líos. Cuando deja el campo de juego, el King se transforma en un influencer al que siguen varios miles de followers. Desde Twitch, su plataforma favorita, ha emprendido contra todo y contra todos. En los últimos meses, Ricardo Gareca se ha transformado en su blanco favorito. Un poco por la decepcionante campaña que el Tigre ha cumplido al mando de la Roja y otro tanto por la decisión de no considerarle en las convocatorias para el equipo nacional. La U, Johnny Herrera y hasta sus propios compañeros han estado entre los destinatarios de sus dardos.
En la cancha, también cultivó un perfil controvertido. En la serie ante River Plate, por ejemplo, concentró la ira de los millonarios. En la ida, en Macul, se transformó en figura desde una faena notable. En el de Núñez en el depositario de los insultos por sus permanentes provocaciones y hasta de memes por el amague con que Franco Armani lo dejó en el suelo. Generó de todo, menos indiferencia. Al menos ese objetivo estaba cumplido. Desde siempre, Vidal fue capaz de soportar todo, menos pasar inadvertido.
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