La crisis no se apaga
Héctor Tapia sufría su séptima derrota al hilo en el Cacique, pero un cabezazo salvador de Barrios evitó la derrota ante Unión Española. Los rojos perdieron la oportunidad de desplazar a los albos de la zona de clasificación a las copas.
COLO COLO 1 - UNIÓN ESPAÑOLA 1
Colo Colo: A. Orión 5; O. Opazo 4, F. Campos 4, J. Barroso 4, D. Pérez 4; E. Pavez 3, G. Suazo 2 (72', J. Valdés 6); G. Fierro 5 (77', B. Véjar 2), J. Valdivia 4, C. Pinares 5; L. Barrios 3. DT: H. Tapia 2.
U. Española: D. Sánchez 6; J. P. Gómez 4, J. Ampuero 4, R. González 4, L. Pavez 3; S. Gallucci 5 (66', L. Pavez C. 5), M. Dávila 4; S. Jaime 3 (80', C. Muñoz -), I. Poblete 4 , R. Carrera 5 (73', C. Palacios 3); T. Figueroa 4. DT: M. Palermo 2.
Goles: 0-1, 65', Carrera define cruzado tras recibir el pivoteo de Figueroa; 1-1, 90+4, Barrios cabecea tras un centro perfecto de Valdés desde la izquierda.
Arbitro: Carlos Ulloa 5. Barroso, Opazo, Pavez (CC); Carrera, Dávila (UE).
Estadio Monumental. Sin público por un castigo de dos fechas.
En cursiva, jugador juvenil
¿Qué va a pasar con Héctor Tapia? Es un hecho que se va. La pregunta es cuándo, la pregunta es cómo. El empate milagroso de Lucas Barrios en los descuentos, el 1-1 frente a Unión Española, solo sirvió para salvar el honor, para evitar la vergüenza de siete derrotas consecutivas, tomando en cuenta el torneo local y la Copa Libertadores. Y, de paso, le salvó por un tiempo más el pellejo del entrenador, que de diciembre no debe pasar. No tiene cómo.
Un premio que parece menor frente a una Unión Española que hizo poco para llevarse el partido y que se fue castigada justamente por su falta de ambición ofensiva.
Primer tiempo muy aburrido, muy gris. Lo más colorido, hasta ahí, era la vistosa chaqueta de Esteban Paredes, instalado en la castigada tribuna del Monumental para hacer número. Lejos de la emoción de un partido clave por un cupo en las copas internacionales de 2019, mucho más cerca de los momentos pálidos de ambas escuadras.
Triste lo de Unión, en ese sentido. Los rojos, obligados a ganar para justamente rebasar a los albos en la tabla, optaron por la cautela extrema. La mezquindad propia de su entrenador. Héctor Tapia se encontró con un técnico más conservador que él y ni siquiera así fue capaz de amasar un dominio contundente. Colo Colo tenía la pelota, sí, pero sin claridad.
Los hispanos regalaron el terreno y gracias a eso, obviamente que los albos sí se generaron ocasiones antes del descanso. Dos tiros libres al poste de Gonzalo Fierro, dos remates de César Pinares, las más claras. Opciones de gol que no disfrazaron la opacidad del Cacique, reflejada también en el esfuerzo de físico de un Jorge Valdivia evidentemente disminuido físicamente, jugando con dolor.
Las caras de preocupación camino a camarines eran la mejor prueba del nerviosismo colocolina. Los albos, con cinco bajas, armaron una escuadra sin Jaime Valdés, el cortado de Tapia, que si no fue titular ahora, no debería serlo hasta que se vaya el DT.
En el complemento, el local salió a presionar más. O Unión se refugió más. Da lo mismo. Lo cierto es que el Mono Sánchez le sacó dos pelotas de gol a un frustrado Pinares. Colo Colo, para ser justos, está con una nube negra encima, por mala suerte y también porque se lo ha buscado, porque en la primera ocasión más o menos clara, Unión se puso en ventaja gracias al derechazo de Ramiro Carrera.
Tapia, literalmente, quedó en una pieza. Con la derrota tatuada en el rostro. Con la carta del adiós redactada en su escritorio. En los 65 minutos, el volante argentino le ponía la lapida a su convulsionado proceso en Macul. En su desesperación, el adiestrador acudió a Valdés. No le quedaba otra, un manotazo de ahogado en busca de frenar lo inevitable.
Y Pajarito, con rabia contenida, no le falló. Le dio más fuerza al ataque y de sus pies nació el empate agónico de los albos. Un centro a tres dedos que Barrios, por fin, pudo mandar al fondo del arco. Fue lo último del partido. De ahí vino una reacción aireada de Jaime Valdés, que mandó un pelotazo a la tribuna vacía y se fue corriendo a camarines.
La cara de podrido de Tapia, sin embargo, no cambió. El DT se retiró lento hacia los vestidores, con las dudas propias de una crisis que parece no tener fin.
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