La derrota de la Roja frente a Bolivia aún sigue doliendo. Primero, porque significó un duro revés para las aspiraciones del equipo nacional de enrielar el camino en las Eliminatorias. Y, luego, porque, en la práctica, significó romper una racha histórica. Ese día, la Selección tocó fondo. Solo el descalabro de Perú, que acumula tres escuálidos puntos en los ocho encuentros que han transcurrido en el proceso, salva a Chile del descrédito que significa cerrar la tabla de posiciones. De hecho, en Sudamérica festinaron con la desgracia.

Ese mismo 10 de septiembre, en el Estadio Nacional el descontento y la preocupación resultaban indisimulables. A lo objetivo, y dolorosa, que resultaba la caída frente a la Verde se sumaba otro factor que resultaba tanto o más preocupante: el paupérrimo nivel de juego que había mostrado el equipo de Ricardo Gareca. Esa noche, sobraron el silencio y las caras largas. De hecho, como pocas veces, no fue posible escuchar un balance de Pablo Milad, el timonel del fútbol chileno. El curicano se subió escoltado por guardias a un ascensor. Después, se le perdió el rastro.

El DT da explicaciones

De lo poco que se pudo concluir en los minutos posteriores a la decepción ante el equipo que dirige Óscar Villegas, había indicios de un trámite que tendría que realizar el estratega: juntarse con la máxima autoridad del fútbol nacional para explicarle en detalle qué había sucedido. Fundamentalmente en Ñuñoa, pues, en alguna medida, se daba por descontado que rescatar alguna unidad frente a Argentina, en Buenos Aires, con una Selección en proceso de armado, era una misión titánica.

A priori, la conclusión es que ese día la Roja jugó a nada y que la explicación de Gareca era necesaria. O, más bien, indispensable. Y que quien debía escucharla era precisamente el timonel que se jugó por su llegada, después de que el paupérrimo arranque del proceso había provocado el adiós de Eduardo Berizzo. La apuesta, de hecho, fue absolutamente ambiciosa: el Tigre pactó un salario de US$ 2,8 millones anuales. Vale decir, un poco más que lo que percibía el Toto. Las expectativas eran, y siguen siendo, proporcionales al esfuerzo económico.

La reunión se llevó a cabo este miércoles. “Tiene todo nuestro apoyo y confiamos en él. Es el técnico que todos querían, si estuviéramos con otro técnico dirían por qué no trajimos a Gareca, eso pasa en el fútbol, pero cuando uno toma decisiones es para tener compromiso con esa decisión, apoyarla hasta el final”, admitió Milad después de la junta a la radio Cooperativa.

También les endosó responsabilidad a los jugadores. “Unos han respondido y otros no, eso no es resorte directamente del técnico, sino que también de los jugadores, hay un desafío personal en ese momento que es de ellos para reivindicarse como jugadores y que la gente los apoye”, insistió.

El Tigre saca las garras

Ese mismo día, Gareca endosó a la dirigencia la responsabilidad de contestar por la estabilidad del proceso. “No tengo yo la respuesta. Usted hace una pregunta que debe contestar la dirigencia”, respondió en la conferencia de prensa posterior. “Me trajeron para hacer un trabajo. Matemáticamente, tengo chances de clasificar. Después, las conjeturas no son para mí. Es para dirigentes, más que nada”, agregó.

“Lo que piensen de mí, o el análisis sobre mí, corre por cuenta de quien hace el análisis. Yo haré mi trabajo como profesional. Lucharé matemáticamente y, si no, el trabajo es para que Chile tenga Selección competitiva en el futuro”, expresó.

Días después, ha admitido que la comodidad de su vida en el país contrasta con los apremios en materia futbolística. “No la estoy pasando bien”, acotó en una entrevista con La Mesa del Fútbol, un programa que se emite en Youtube, en referencia a la búsqueda de un rendimiento adecuado del equipo nacional.

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