La edición 2023 de Wimbledon trae algunas novedades fuera del aspecto deportivo. El tercer Grand Slam de la temporada es conocido por seguir una serie de reglas y protocolos que van desde lo extradeportivo a lo que sucede en las canchas.

Una de sus leyes más conocidas es la que todos los jugadores deben aparecer sobre el césped de blanco. De hecho, hasta ahora solo se permite una línea de color alrededor del cuello o en las mangas de no más de 10 centímetros.

El cambio para esta edición llega en la rama femenina de la competencia. El All England Club permitirá que las mujeres, si así lo desean, puedan utilizar debajo de la falda una prenda de color oscuro con el objetivo de que no se sientan incómodas en caso de tener el período.

Esta medida ya ha sido parte de otras disciplinas como el fútbol. De hecho, la selección de Inglaterra y equipos como el West Bromwich Albion y el Manchester City han cambiado el color de los pantalones de blanco a otros más oscuros.

El blanco puesto a prueba

La obligación a vestir prácticamente de blanco ha afectado a algunos tenistas. De hecho, en alguna oportunidad Roger Federer recibió una advertencia después de que saltara a la pista con unas zapatillas con una vistosa suela de color naranja.

Y en un caso más reciente, Nick Kyrgios, el año pasado irritó a la organización. Tras vencer a su rival en los octavos de final se cambió las zapatillas y gorro de color blanco a unos de un llamativo rojo para entregar las primeras declaraciones a la transmisión oficial y al público presente en la cancha, donde además informó la forma en la que se recuperaría del duelo. “Necesito una copa de vino esta noche, eso seguro”, comentó.

La vestimenta con la que Kyrgios disputó un partido (derecha) y cómo abandonó la cancha (izquierda) en la edición 2022 de Wimbledon.

Claro que esta no fue el único episodio que protagonizó el australiano, pues a lo largo del torneo fue acumulando incidentes que le terminaron por valer una serie de multas por un total de 17.000 dólares, aunque no fue nada considerando que se embolsó cerca de un millón de la moneda estadounidense por haber alcanzado la final.

En dicha edición recibió una advertencia por utilizar “lenguaje obsceno” en una de sus numerosas quejas contra los jueces y el público que no guardaba silencio cuando debía, lo que le costó una multa de US$ 3.000.

También fue sancionado por haber ingresado a una de las conferencias de prensa con una bandeja de sushi y comer mientras respondía a las preguntas de la prensa.

Claro que en esta edición no podrá poner a prueba a la organización. Durante la mañana de lunes, el día en que debutaba en Wimbledon, comunico a través de sus redes sociales que debía retirarse de la competencia por una lesión.

“Es realmente triste tener que decir que soy baja en Wimbledon este año”, comunicó el tenista en una historia en Instagram.

“Durante mi regreso experimenté dolor en mi muñeca en Mallorca. Como precaución, me sometí a una resonancia que reveló una rotura en un ligamento. Hice todo lo posible para poder jugar, pero me decepciona tener que decir que no he tenido tiempo suficiente para manejarlo antes de Wimbledon”, continuó.

“Volveré, y como siempre, agradezco el apoyo de todos mis fans”, cerró el australiano que aparecía en el camino de Tomás Barrios.

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