La relación entre Jorge Sampaoli y Sergio Jadue de la que ahora el DT reniega en la demanda que presentó en contra de la ANFP, no siempre fue tan mala ni tan perjudicial para el estratega. Pasó por extremos que se parecen al amor y al odio. Momentos en que todo parecía ser feliz y otros en los que se querían matar. Si bien durante la gestión del calerano hubo focos de conflicto y amenazas del casildense de dejar la banca de la Selección en plenos procesos competitivos, la historia terminaba regularmente con el pacto de alguna mejora económica que lo tranquilizaba. Bonos que, por cierto, no eran para nada irrelevantes.
Sampaoli fue el técnico de la Selección por exactamente 1.142 días. El 20 de enero de 2016, ya con Arturo Salah en la testera del fútbol chileno, la relación se terminó. Con el también entrenador devenido en dirigente la relación ya no tenía el nivel de confianza que existía con el calerano. Ambas partes querían deshacerse de la otra. Para el transandino, el duelo sería relativamente corto, pues en junio se vincularía al Sevilla.
Con Jadue, en cambio, había línea directa. "El Pelado" era la manera en la que informalmente lo llamaba el exdirigente, sobre todo en los momentos felices de la relación. Como después de la obtención de la Copa América. Ya habían tenido roces, pero siempre se solucionaban de la misma manera: una mejora en el contrato.
Durante la permanencia de ambos, se firmaron al menos doce convenios distintos relacionados con las retribuciones económicas que el entrenador argentino recibiría por su tarea. Naturalmente, los números iban siempre al alza. Sampaoli se preocupaba, también, de incluir en los nuevos pactos a sus colaboradores más cercanos: el ayudante técnico Sebastián Beccacece y el preparador físico Jorge Desio. Sampaoli y su staff tenían, en rigor, dos contratos: uno de trabajo y otro por derecho comerciales vinculados a sociedades afincadas en paraísos fiscales. La de Sampaoli se denominaba Alta Like Investing Limited y tenía domicilio en las Islas Vírgenes Británicas.
Más dinero
En diciembre de 2013, después de asegurar la clasificación al Mundial de 2013 se produjo el primer reajuste salarial del entrenador, quien pasó de percibir US$ 450 mil anuales líquidos a US$ 630 mil, también libres de impuestos. Los mismos montos se establecieron para los derechos de imagen. Los premios que percibía el estratega también incluían beneficios: se le pagaba el doble que a los jugadores y también con los tributos ya deducidos. Los estímulos por objetivos, como ganar la Copa América, también se duplicaban. Se pactó un incentivo de US$ 1,63 millones por la obtención del torneo continental de 2015, US$ 1,26 por llegar al Mundial de Rusia y US$ 5,3 millones en el caso de obtener la primera Copa del Mundo para Chile. Finalmente, la Roja no fue. Sampaoli sí lo hizo, pero como entrenador de Argentina.
Una de las primeras gestiones que realizó Sampaoli después de la eliminación de Chile en los octavos de final del Mundial de Brasil fue renegociar sus ingresos. Otra vez, sus bolsillos se abultaron. Los derechos de imagen se transformaron en el ítem que más creció: de los US$ 750 mil iniciales para 2014, la cifra subiría gradualmente hasta llegar a US$ 1,8 millones en 2018. A Sampaoli también se le blindó el contrato. La ANFP se obligó formalmente a indemnizarlo por el resto del vínculo si determinaba abortarlo anticipadamente. El entrenador asumió el mismo compromiso. El contrato cambiaba de fecha y se establecía como nuevo límite para el término el 31 de diciembre de 2018.
Incluso antes de la Copa América que Chile terminó celebrando en el Estadio Nacional, con Sampaoli ya dando señales de incomodidad, sus ingresos fueron aumentados para garantizar su continuidad. Y para mayor abundamiento, se incluyó en una cláusula una aclaración que le permitiría más beneficios: sus premios pasarían, ahora, a ser "acumulativos". El 1 de mayo de ese año, se firmó entre las partes el finiquito del contrato por derechos de imagen. En noviembre, con una directiva subrogante a cargo de la ANFP, vuelve a firmar un pacto que reúne el contrato de trabajo con los derechos de imagen.