La estrella rusa que no habla en ruso
Mario Fernandes alcanzó a jugar por Brasil, pero hoy defiende a Rusia en el Mundial. Desde que llegó a Moscú su vida de alcoholismo e indisciplina cambió para siempre.
Mario Fernandes (27) nació en Sao Caetano du Sul, en Brasil. Defendió a Gremio hasta 2012 y en 2014 jugó por el Scratch en un amistoso con Japón. Hoy, sin embargo, mutó de piel y es seleccionado, con mucho éxito, de Rusia. Habla portugués y sabe contadas palabras en ruso, pero aún así es una de las figuras del cuadro local que dio el batacazo ante España y hoy va por semifinales, esas que su país de origen no pudo alcanzar al caer ayer contra Bélgica.
La vida de Fernandes pudo ser muy distinta. Encontró su espacio, como ha dicho, cuando fichó por el CSKA en 2012. Y todo para él cambió diametralmente. Su historial dice que apenas lleva nueve duelos con el seleccionado ruso, pero ya es indispensable.
Del jugador (y la persona) que en 2014 jugó su único partido por Brasil casi no queda rastro. "En Rusia su vida cambió. Dice que la decisión de irse fue la mejor de su vida, que encontró su lugar en el mundo", confidenció hace días su hermano Mario.
Antes, polémicas y sinsabores que pudieron sepultar su carrera. En 2009, después de ser fichado por Gremio, desapareció del mapa. Tras cuatro días de intensa búsqueda, fue encontrado en la casa de un tío, a 1.000 kilómetros de Porto Alegre. Por ese entonces, no resistió la presión del traspaso, llegando incluso a ser hospitalizado por depresión.
Dos años después estuvo envuelto en más problemas. Pudo haber sido su primera vez defendiendo a Brasil. Tras ser convocado (nada menos que para un amistoso ante Argentina), el lateral no se presentó. "No se sentía cómodo con la idea de jugar por la Selección", dijo aquella vez su agente.
Pero todo eso comenzó a cambiar cuando aterrizó en Moscú, para jugar por el CSKA. Ese mismo año fue elegido el mejor lateral derecho de la liga. Se transformó en otra persona. Tanto en la cancha como fuera de ella. El catolicismo fue clave.
"En Brasil bebía mucho, pasaba la noches en clubes nocturnos y perdía entrenamientos. Cuando llegué a Moscú sabía que existía una iglesia brasileña. Las personas de ahí me ayudaron y cambié rápidamente", contó hace un tiempo.
En medio de esa transformación consiguió la nacionalidad rusa. Y recién el año pasado se estrenó por los Osos Tricolores. Al poco andar se ha transformado en pieza clave del combinado local y, tal como él cambió, la opinión de los hinchas reticentes a su nacionalización también. "Antes del torneo, muchos se preguntaban por qué necesitaban un nacionalizado que ni siquiera habla ruso. Es poco probable que alguien se cuestione esto ahora", destacó el diario moscovita Sport Express.
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