El escándalo está desatado. El combate entre la italiana Angela Carini y la argelina Imane Khelif duró apenas 47 segundos. La europea determinó retirarse de la batalla cuando advirtió que los golpes que estaba recibiendo eran demasiado fuertes. Lo declaró al abandonar el cuadrilátero. “Nunca en mi vida me habían golpeado tan fuerte”, graficó, antes de endosarle al Comité Olímpico Internacional la responsabilidad de definir qué sucedería después, en relación al resultado.
La alusión al ente rector del olimpismo y, por ende, de los Juegos que se desarrollan en París, no es casual. La entidad es la que permitió la participación de Khelif en el evento, una determinación que corre en sentido contrario a la que adoptó la Asociación Internacional de Boxeo, que le impidió definir la medalla de oro en el Mundial que se desarrolló en Nueva Dehli, el año pasado (en esa justa también excluyó a la taiwanesa Lin Yu-ting). Un estudio biológico arrojó una estructura cromosómica XY, propia de un hombre, y no XX, como correspondería a una mujer. Ese antecedente, sumado a su alto nivel de testosterona en las mismas pruebas alertaron a la organización. El COI validó la participación de la africana en los Juegos.
El presidente de la Asociación Internacional de Boxeo, IBA por sus siglas en inglés, el ruso Umar Kremlev, aseguró en ese entonces que “las pruebas de ADN habían demostrado que tenían cromosomas XY (varones) y, por lo tanto, fueron excluidos de los eventos deportivos”.
Las razones que permiten la participación
La presencia de Khelif en el cuadro de la categoría welter del boxeo femenino no es antojadiza. En noviembre de 2021, el COI publicó un nuevo marco relativo a los deportistas transgénero. En esa oportunidad se precisó que se trataba de disposiciones no vinculantes y que sería responsabilidad de cada federación determinar si un atleta tenía una ventaja que pudiera considerarse desproporcionada. “Lo que ofrecemos a todas las federaciones internacionales es nuestra experiencia y un diálogo, en lugar de saltar a una conclusión”, dijo, entonces, Kaveh Mehrabi, director del departamento de atletas del COI.
La nueva regulación, de hecho, deja atrás el parámetro al que recurrió el boxeo para descalificar a Khelif en el certamen que se realizó en India. “No es necesario utilizar la testosterona (para decidir quién puede competir) en absoluto. Pero esto es una orientación, no es una regla absoluta”, explicó, en esa oportunidad, el director médico del COI, Richard Budgett.
En esa oportunidad, se apuntó otra consideración. Se estableció que las pruebas de sexo y los “exámenes físicos invasivos” utilizados para verificar el género de un atleta eran “irrespetuosos” y “potencialmente dañinos”.
“Realmente queremos asegurarnos de que los atletas no sean presionados o coaccionados para tomar una decisión perjudicial sobre sus cuerpos”, declaró Magali Martowicz, responsable de derechos humanos del COI.
Hay más. El Comité Olímpico Internacional (COI) despojó a la IBA de su condición de organismo rector mundial del boxeo en junio del año pasado debido a que no completó las reformas en materia de gobernanza, finanzas y cuestiones éticas. En ese escenario, según reporta Reuters, imperan las regulaciones de la entidad que rige al olimpismo. “Se aplican sus reglas sobre la inclusión de atletas con DSD y diversidad de género en la competencia femenina. Las últimas directrices del COI, publicadas en 2021, establecen que la inclusión debe ser la opción predeterminada en estos casos y que las atletas solo deben ser excluidas de la competición femenina si existen claros problemas de equidad o seguridad”, consigna. El problema radica en que la materia queda sujeta a una interpretación que, por más experta que sea, puede tener atisbos de subjetividad.
El protocolo
Este año, justamente en razón del evento que se realiza en Francia, el COI emitió una nueva edición de las Directrices para representación igualitaria, justa e inclusiva en el deporte. “La producción de este documento se enmarca en los objetivos de igualdad de género e inclusión que el COI se ha fijado para el periodo 2021-2024, a saber, la «representación igualitaria y justa del género en todas las comunicaciones» del COI y los Juegos Olímpicos, así como en las comunicaciones del Movimiento Olímpico, cuyos integrantes están invitados a adoptar y adaptar estas directrices en función de sus respectivos contextos culturales. Esta edición actualiza las directrices de 2018, que se crearon por instancia de una de las recomendaciones del Examen sobre Igualdad de Género del COI”, consigna la introducción.
En ese instructivo hay alusiones que permiten entender el enfoque de la entidad que preside Thomas Bach. “Las mujeres, al igual que los hombres, no son un grupo homogéneo, ni se definen únicamente por su identidad de género: entre ellas, las mujeres son tan distintas como lo son de los hombres. Cada persona es una combinación de múltiples dimensiones que definen su experiencia del deporte. Otros marcadores sociales diferenciadores como la raza, la clase, la etnia, la religión, la nacionalidad, la cultura o la orientación sexual (por nombrar algunas) influyen en la identidad de una persona. Una representación igualitaria es aquella que toma en consideración y refleja la diversidad de los individuos. A fin de cuentas, ni todas las personas que practican deporte se expresan o lucen iguales, ni viven la vida únicamente desde la perspectiva de su identidad de género”, explica.
Las definiciones
En ese contexto, hay definiciones que resultan determinantes para entender el enfoque. Así, por ejemplo, se establece un significado concreto para sexo: “Categoría que se asigna al nacer y hace referencia a las características biológicas que definen a una persona como mujer, hombre o intersexual (Organización Mundial de la Salud)”.
Género, en cambio, recibe otra conceptualización. “El género se refiere tanto a la percepción que se tiene de uno mismo como al sistema social de roles, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad determinada considera apropiados para personas de diferentes géneros (ONU-Mujeres)”, consigna el documento oficial.
La potencia de los golpes
En los últimos años, las reglas sobre quién debe competir en la categoría femenina han sido muy discutidas. Sin embargo, ha habido menos debate sobre los deportes de combate, donde el riesgo de lesiones graves e incluso de muerte es mucho mayor.
Así, cuando la atleta italiana se quejó de los golpes de la africana no era una exageración. Diversas investigaciones científicas también han descubierto que la potencia de golpe promedio es un 162% mayor en aquellos que han pasado por la pubertad masculina en comparación con las mujeres.