El año pasado, durante la segunda edición de la Fórmula E en Chile, los pilotos sufrieron con los 38° C a la sombra (casi 50 grados sobre la pista) que abrasaron el Parque O'Higgins. Y hoy la historia se repite. Aunque ahora a las 16.03 se esperan cuatro grados menos, todos confían en que el asfalto abrasante de Santiago haga de esta tercera parada del campeonato una de las más veloces.
El propio líder de la temporada, Alexander Sims, supo de eso. El piloto londinense, quien llega a la fecha del final del mundo con 35 puntos, sufrió ayer un choque mientras entrenaba en el circuito. Por ello, hasta utilizaron asfalto de pista de aterrizajes, que reduce el calor y la fricción sobre él, para evitar cualquier inconveniente.
La Fórmula E llega a probar otra vez sus vehículos de segunda generación, que cuentan con baterías con la energía suficiente para terminar la carrera, pero que serán cambiados por otros más modernos en la próxima temporada. Lo hará, además, con la incorporación de las escuderías Porsche y Mercedes Benz a la categoría, dos equipos que prometen innovar respecto de innovación tecnológica.
No solo publicidad
La electromovilidad, esa bandera que ha enarbolado este campeonato automovilístico, parece no ser solo publicidad. En la pista santiaguina estará Nick de Vries, el actual campeón de la Fórmula Dos, quien decidió rechazar la oferta de la Fórmula Uno para correr con los bólidos eléctricos, precisamente motivado por el sentido ecológico de la competencia.
El Santiago ePrix comienza a zumbar desde las 8 de la mañana. Lo hará con un clima enrarecido, en medio del estallido social chileno, que obligó a medidas de seguridad especiales por fuera del perímetro del Parque O'Higgins. Y en incertidumbre, sin saber si renovará o no el contrato por otras tres temporadas.