La trascendencia del Mundial de fútbol supera con largueza lo que ocurre dentro del campo de juego. Literalmente, el planeta se paraliza durante un mes. Habitualmente, es la instancia para que se pongan a prueba los últimos avances tecnológicos y, principalmente, para que los anfitriones luzcan ante millones de personas las particularidades que los transformaron en detentores del privilegio de organizar una de las fiestas más importantes del deporte. Esa última consideración es la que en el caso de Qatar, que recibirá el torneo que comenzará en noviembre, al que Chile sigue luchando por clasificarse por la vía administrativa, por el caso Byron Castillo, concita buena parte de la atención.

Se da por descontado, por el poderío económico del país árabe, que recursos no faltarán. Es más, se espera un torneo lleno de lujos. Sin embargo, ya en la construcción de los recintos ha habido controversia por las condiciones en que se están desarrollando los trabajos. Formalmente, Amnistía Internacional ha denunciado abusos en este sentido. “Migrantes procedentes de Bangladesh, India y Nepal que trabajan en la reforma del emblemático estadio Jalifa y el ajardinado de las instalaciones deportivas y zonas verdes circundantes, la denominada Aspire Zone, están siendo explotados. Algunos son objeto de trabajo forzado. No pueden cambiar de trabajo, no pueden salir del país y suelen tener que esperar meses para cobrar sus salarios. Mientras, la FIFA —organismo internacional de gobierno del fútbol—, sus patrocinadores y las empresas de construcción implicadas se preparan para obtener ingentes beneficios económicos de la celebración del torneo”, ha expuesto en sus plataformas formales. En ese contexto, la organización exigió tanto a la entidad que preside Gianni Infantino como a los patrocinadores que actuaran “inmediatamente” para proteger a los trabajadores migrantes frente a esa situación.

Ahora, la inquietud es por otra materia, igual de relevante. Ya se anunciado la prohibición del sexo fuera del matrimonio y la expresión de libre afecto entre personas del mismo sexo, en línea con la conservadora escala valórica que rige al país. Más concretamente, incluso, el Comité Organizador Local anunció que toda persona que luzca la bandera LGBTI durante el torneo será enviada a prisión.

La amenaza y la reacción

Quien luzca la bandera LGTBI en el Mundial será arrestado por 7 u 11 años. Qatar es un país islámico y se debe respetar su religión”, expresó Nasser Al-Khater, portavoz del Comité Organizador del Mundial de Qatar, en una expresión que se suma a otras de la misma naturaleza. Hace un tiempo, autoridades locales habían definido a la sociedad qatarí como “conservadora” y, en tal sentido, consideraban que tales prácticas serían “mal vistas”.

Sin embargo, el ente rector del fútbol mundial insiste en dar garantías a quienes asistan al evento. “Tanto la FIFA como los representantes del país anfitrión han expresado en repetidas ocasiones su compromiso de garantizar la seguridad de las personas LGBTIQ+ que asistan a la Copa Mundial de la FIFA”, responde a El Deportivo un portavoz de la federación internacional.

La Copa del Mundo, en el sorteo de los grupos de Qatar 2022.

Estas garantías incluyen asegurar que las actividades de aplicación de la ley relacionadas con la Copa Mundial de la FIFA no sean discriminatorias y sean estrictamente necesarias y proporcionadas”, insiste la versión oficial.

Las medidas pretenden ser concretas. “Esto incluye garantizar que los símbolos que apoyan las causas relacionadas con el colectivo LGBTIQ+ puedan exhibirse tanto dentro como fuera de los estadios. El arco iris y otros colores de identidad sexual en las banderas están permitidos en cualquier competición de la FIFA y se han exhibido en anteriores torneos de la FIFA en Qatar”, precisan desde Zúrich.

Infantino, inquieto

El propio Infantino ha intentado dar señales de tranquilidad, aunque en ambos sentidos. “Será bien bienvenida en Qatar”, pero tienen que respetar la cultura local (...) si Qatar no diera la bienvenida a todos no hubiera organizado el evento”, ha expresado el timonel del fútbol mundial, en una declaración que busca mantener a ambas partes contentas. “Estamos capacitando a los responsables y trabajando de la mano con las entidades y la policía y les daremos la bienvenida a todos”, añadió en relación al trabajo que se está realizando con las autoridades locales para, en alguna medida, incentivar la tolerancia.

La bandera LGBTI, que la FIFA asegura que podrá flamear en Qatar.

El suizo ha afirmado, incluso, que se establecería en Doha para supervisar el apego a los Derechos Humanos, a propósito de eventuales vulneraciones a los propios de los trabajadores, aunque, naturalmente, su influencia puede abarcar, también, este campo. “Pongo mi tienda de campaña aquí en Doha, voy a vivir aquí e iré todos los días para ver a los responsables en el Gobierno y asegurar que estas leyes (reformas) se aplican, y si se comete alguna violación”, dijo en el marco del Foro Económico de Qatar.

Protegemos lo posible los derechos humanos y los de los trabajadores”, insistió la máxima autoridad del balompié. La duda, precisamente, sigue siendo hasta donde rige ese margen.