La Selección sigue encerrada. En el hotel Alto del Sol de Calama, el equipo de Martín Lasarte aún digiere la derrota frente a Argentina e intenta pensar en el partido ante Bolivia, decisivo para las aspiraciones de ir al Mundial.

El entorno del hospedaje ha sido lugar de tránsito de miles de hinchas, aunque tras la caída frente a la Albiceleste el interés decayó y a diario solo aparecen unos 20.

El cerco que lo circunda solo puede ser traspasado por personal autorizado y la prensa. Y también por los pasajeros del hotel, entre los que figuran varias parejas y familiares de los futbolistas, además de asesores y colaboradores. Otros cercanos aseguran que han programado visitas. Charles Aránguiz, por ejemplo, pactó recibir al grupo familiar que lo acogió en sus primeros pasos en el fútbol, hoy, a las 11 horas.

No hay permiso

En la ANFP, sin embargo, aseguran que no ha habido ni habrá visitas autorizadas, aunque admiten que el recinto está siendo compartido con particulares. Eso sí, aclaran que los futbolistas, el cuerpo técnico y el staff de apoyo ocupan un ala separada del resto de los pasajeros, infranqueable para ellos, pues está custodiada por guardias.

También sostienen que la única visita que han autorizado fue la del menor Sebastián Ávalos, quien se reunió con Claudio Bravo. El niño le entregó una carta al capitán de la Roja, antes del encuentro frente a Argentina. Previo a ser recibido por el capitán de la Roja, el pequeño fue sometido a un test de antígeno para descartar la presencia del Covid-19, la materia que más inquieta al cuerpo médico, considerando el alto nivel de contagio en Calama.

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