Por muchos años, algunos especialistas han desestimado los equipos que desequilibran los partidos mediante el expediente de la táctica fija. La pelota quieta ha encontrado en la tecnología un inmejorable aliado. La balanza del VAR ha equilibrado. Pasado por su cedazo, más allá de los penales o tiros libres cobrados, la vigilancia a los agarrones en las marcas personales dentro del área ha beneficiado a los atacantes y castigado a los defensores.

Hoy Colo Colo 73 habría sido campeón de la Libertadores frente a Independiente de Avellaneda: se habría cobrado como falta el empujón de Mendoza sobre el Gringo Nef, al que envió con pelota y todo dentro del arco; el árbitro, por cierto, se hizo el loco y validó ese gol viciado. No habría habido la mano de Dios, cuando Maradona, con trampa, batió a Shilton en el Azteca.

Los números no mienten. En Rusia, se han jugado 61 partidos. De los 158 goles marcados, 68 han sido convertido en acciones de pelota detenida. Lo que equivale al 43%. Una locura. La cifra irá en aumento en la medida en que la tecnología del VAR siga imponiéndose en el mundo entero.

Conocí al entrenador de Francia, Didier Deschamps, en 1996, con motivo de mi visita al curso de entrenadores dictado en Clairefontaine. Entonces, se transmitía con fuerza y vigor la importancia que se debía otorgar a la preparación de la táctica fija, ya no como un entrenamiento más durante la semana, si no como una herramienta determinante para decidir partidos apretados. Y así lo ratificó el cabezazo de Umtiti.

La táctica fija es un elemento distinto dentro de un partido. Entran a mandar otras cualidades de los jugadores: altura, precisión y severidad en la concentración para una jugada que dura no más de 10 segundos de acción.

Los factores fundamentales para desarrollar este elemento de la estrategia son un certero ejecutador (1), receptores altos y fuertes para el cabezazo (2) y rigurosidad diaria para perfeccionar los movimientos colectivos distractivos (3). Los guiños de Neymar, el trencito de los ingleses, los múltiples gestos corporales de Modric o los brazos en cadera de Griezmann antes de ejecutar son solo pinceladas que representan horas de trabajo entre el que ejecuta, los que recepcionan y el que imagina las jugadas, que es el DT.

Deschamps es el estandarte de una política deportiva instaurada en Francia para ganar el Mundial 1998. El proyecto ha sido construido bajo el eslogan de dejar hacer, que amalgama la disciplina en los entrenamientos con la libertad de las destrezas de los futbolistas. El mejor ejemplo es Mbappé, algo así como la suma entre talento del jugador y la disciplina en la repetición del trabajo.

Este Mundial nos va dejando varias conclusiones. Una es que las clasificatorias más complejas siguen siendo las sudamericanas, pero que la Eurocopa es más difícil ganarla que la Copa América.

La intensidad es uno de los principales atributos para competir a nivel internacional. Quien demora excesivamente los tiempos entre defender y atacar (transiciones), siempre encontrará al equipo rival armado y bien parado.

La posesión de la pelota sigue siendo importante, pero si carece de verticalidad y explosión en el último cuarto, deja de ser competitiva.

Y viene en alza la desaparición de los atacantes que no cumplan funciones defensivas.