Hace dos meses, nadie podía imaginar que las redes sociales de la Copa Davis iban a preguntar si Nicolás Massú era el entrenador del momento en el circuito. En ese entonces, el Vampiro solo pensaba en preparar la serie contra Austria y luego volver a Chile a continuar con su academia.
Justamente ese viaje a Salzburgo cambió todo, ya que Massú no solo logró la clasificación a las finales de Madrid, sino que ahí también conoció a Dominic Thiem, el segundo mejor tenista del planeta en arcilla (tras Rafael Nadal), y quien necesitaba un nuevo aire para luchar en lo más alto. Y, en apenas poco más de un mes de trabajo con Nico, lo consiguió, consagrándose en Indian Wells tras vencer al megapoderoso Roger Federer.
La sociedad entre el chileno y Domi comenzó en el ATP 250 de Buenos Aires. El staff del austriaco explicaba a La Tercera las razones de esta alianza: "Günter (Bresnik, su coach) está buscando a alguien que acompañe a Dominic durante algunas semanas cada año, está hablando con algunos entrenadores y Nicolás Massú es uno de ellos. Esta semana en Buenos Aires es una especie de prueba, necesita ver cómo Dominic y Nicolás se llevan bien en la cancha y a nivel personal. Pero nada se ha decidido todavía".
"Con Nico Massú nos conocimos en Austria durante la Copa Davis y quedamos en contacto. Está colaborando en mi equipo, y próximamente definiremos si continúa o no", añadía Thiem, quien en sus participaciones en la arcilla sudamericana estuvo lejos de su mejor nivel, pues cayó en semifinales en la capital argentina y en primera ronda en el ATP 500 de Río.
Pero más allá de lo que ocurriera en la gira sobre polvo de ladrillo, el interés del jugador de 25 años era otro, pues sería clave lo que ocurriera en Indian Wells y Miami, los últimos dos torneos de la prueba. "Massú prefería jugar en tierra batida, pero su mayor éxito fue en una pista rápida en los Juegos Olímpicos. Él sabe lo que significa sentirse como en casa en tierra batida, pero transferir buenos resultados a una cancha dura. Esa es una de las cosas que esperamos de la relación", explicó en una entrevista al sitio de la ATP.
Y esas declaraciones se convirtieron en una profecía, ya que al igual que el viñamarino, terminaría consagrándose en cancha dura, donde no había tenido tan éxito como en arcilla.
Desde el día en que anunció su retiro, el 27 de agosto de 2013, el doble campeón olímpico en Atenas se trazó como objetivo continuar ligado al tenis como diera lugar. "Siempre hay sueños por cumplir, tanto en lo personal como en lo profesional. Y en la parte personal, uno sueña con cosas, que es lo que a uno lo mueve. Eso es lo que a uno lo motiva día a día; ser uno de los mejores entrenadores del mundo, hacer cosas importantes en la Copa Davis; soñar con ganarla. Miles de cosas", reconocía en estas páginas hace algunas semanas.
La meta de Massú siempre fue volver al circuito como entrenador. De hecho, en Miami estuvo trabajando con algunos tenistas juveniles, pero a modo de breve asesoría. En 2017 esto cambió y comenzó a viajar junto a la estadounidense Christina McHale, una tenista que se encontraba hace varios años entre las 100 mejores del mundo, pero sin poder dar un salto de calidad. A pesar de la ilusión de Nico, la alianza no fue fructífera y tras una serie de malos resultados, se disolvió a los pocos meses.
Pero ese trago amargo hoy quedó en el pasado gracias a Thiem. "Tener a Massú es tremendo. Tiene muchísima energía. En 12 días me llevó de un mal momento a ser campeón de Indian Wells", agradeció el flamante número cuatro del mundo, quien destacó: "Es increíble tenerlo en mi box, porque siempre está muy motivado. Él pone la motivación en mí mismo en la cancha. Eso es genial".
Bresnik, en Austria, diría: "Gran parte de esta mejoría tiene que ver con Nicolás Massú. Dominic necesitaba a alguien que no fuera tan instructivo como yo. Creo que le ha aportado muchas cosas".
En solo 43 días, Nicolás Massú comienza a concretar el sueño que se propuso como técnico.