Gorro, lentes y cascos. Rodilleras, coderas y chaleco antipuñales. Uniformados. Todos vestidos de negro. Muchos de ellos con preparación militar. Nuevos guardias que asomaron ya en los seis duelos de la liguilla de la B. Solo están para actuar en caso de emergencia y forman parte del nuevo cuerpo de seguridad privada con el que el fútbol chileno pretende protegerse de los barristas. Al menos, en los números, su presencia se hizo notar: no hubo incidentes en la vuelta.
En la memoria del fútbol sigue latente el desastre ocurrido en La Florida. Aquel 22 de noviembre de 2019, en el que un grupo reducido de hinchas de la Garra Blanca lograron suspender el duelo que midió a La Calera frente a Iquique. Y, que a la postre, significó el fin del torneo. Los barrabravas hicieron correr a Carabineros y al contingente de guardias que no supieron cómo actuar.
Sebastián Moreno, presidente de la ANFP, golpeó la mesa y pidió un cambio radical en la seguridad de los reductos deportivos. Se debía mejorar la experiencia de ir al estadio y si ello implicaba realizar una mayor inversión en seguridad, no había que escatimar en costos.
Es por esto, que para los duelos que marcaron el regreso al fútbol se reforzó la seguridad. Además de los guardias que comúnmente asisten a los reductos deportivos, los que portan un chaleco amarillo, se contrató ahora una empresa externa, MMC seguridad, con sede en Rancagua, que ha dispuesto a 200 empleados con una mayor preparación para resguardar eventos de alta convocatoria. Mejor capacidad física y entrenamientos especiales marcan el currículum de esta nueva tropa de élite.
El contingente que resguardó los partidos que se disputaron en el Nacional tomaron ubicaciones estratégicas. Cada movimiento estaba estudiado. Veinte guardias se ubicaron en las entradas del Nacional, con el fin de evitar posibles enfrentamientos. Otros, con cartel de ser expertos en frenar invasiones, se centraron en Andes y Pacífico, localidades que recibieron a los hinchas de los equipos participantes. Durante el transcurso del duelo, dos guardias se paseaban en moto alrededor del estadio para informar de cada movimiento que se realizara en las inmediaciones. Lo hicieron durante todo el partido. Siempre estuvieron comunicándose con la mesa central de seguridad.
Lo más llamativo, sin embargo, ocurrió en los cuatro córners de la cancha principal. Dos guardias cubrieron cada esquina equipados con zapatos de fútbol para perseguir a hinchas que desafiaran la seguridad e ingresaran al campo de juego. La imagen de fanáticos corriendo, sin ser detenidos, y en muchas ocasiones generando la risa del público por la facilidad para sacarse a los funcionarios, quedará en el pasado.
Rodrigo Robles, gerente de liga de la ANFP, al ser consultado por La Tercera, reconoció las medidas que se están adoptando. Indica que el costo de la seguridad está siendo asumido por la ANFP, y que se evaluará reforzar los duelos de alto riesgo del Torneo Nacional. "Esto lo desarrollamos con Estadio Seguro, Carabineros y la Intendencia. El foco de Sebastián Moreno es mejorar la experiencia del hincha en el estadio antes, durante y después de cada partido", dijo el funcionario de Quilín.
Buena noticia
Desde Estadio Seguro aplauden la iniciativa. "Es una buena noticia que se esté invirtiendo en mejorar el nivel de los guardias, esto tiene que ir acompañado de mayor capacitación y mejores definiciones operativas en cuanto al perfil del guardia de seguridad en los estadios", dice Cristóbal Lladser, jefe del plan.
El funcionario de gobierno, incluso, cree que es necesario que los clubes se sumen a la iniciativa: "El sistema requiere que los clubes pongan en el centro de su preocupación a la seguridad privada que contratan, buscar maneras de capacitarla mejor para lograr que los guardias de seguridad que emplean en los partidos sean un real aporte para el espectáculo. Desde nuestro punto de vista contarán con todo nuestro apoyo para avanzar en estrategias que permitan conseguir mejoras sustanciales en la seguridad privada en los estadios", cierra.
La nueva guardia del fútbol.