La guerra en el arbitraje chileno no conoce de treguas. En las últimas horas, ha sido Javier Castrilli, el despedido presidente de la Comisión de Árbitros de la ANFP, quien ha tomado la ofensiva. La publicación de los audios en que el juez Francisco Gilabert, quien dirigió el encuentro entre Huachipato y Copiapó, denuncia presiones determinó por costarle el puesto. El transandino ha planteado que se trataba de una maniobra para desestabilizarlo y reponer en sus puestos a los árbitros que había despedido. Hoy, abre sus cartas en función de una investigación transparente.
“Pongo a disposición de la ANFP, en forma voluntaria, mi teléfono celular y el de los miembros de la Comisión despedida, con el detalle de todas las llamadas efectuadas y recibidas en el día y horario durante el desarrollo del partido”, plantea, aludiendo al enfrentamiento entre acereros y atacameños. Y luego alude directamente a Gilabert y sus colaboradores. “Los árbitros en cuestión debieran hacer lo mismo”.
Activo en Twitter
Durante el fin de semana, el ex juez internacional argentino se había mostrado activo en la misma plataforma. Primero, en la misma línea de su última reflexión, para preguntarse si es tan complejo realizar un peritaje al tráfico telefónico de los involucrados en la controversia. También puso en evidencia la que considera la principal motivación de las acusaciones. “Que fue todo armado para que vuelvan todos los árbitros despedidos”, expuso.
El domingo, en tanto, felicitó una decisión del juez Rodrigo Carvajal en el choque entre Unión Española y Colo Colo, atribuyendo a su gestión parte del mérito. “Aprendió. Satisfacción por el trabajo realizado. Antes no sancionaban la simulación”, destacó.