"Ríos fue uno de los mejores jugadores, uno de los más talentosos. Junto con Pete Sampras fue uno de mis tenistas favoritos. Claro que me puse contento por él cuando llegó a ser número uno del mundo. No me alegré de que no pudiera ganar nunca un grand slam". Estas palabras podrían ser de cualquier fanático del tenis, pero pertenecen a Roger Federer, para muchos el más grande tenista de la historia.

Pese a su efímera estadía en la cima, consagrada con el triunfo sobre Andre Agassi el 29 de marzo de 1998 (7-5, 6-3 y 6-4), Marcelo Ríos dejó una huella en sus rivales. "Para mí, sí está en la historia. Para el gran público quizás haya pasado un poco más desapercibido, porque no consiguió estar mucho tiempo más arriba. A nivel tenístico es uno de los jugadores que marcó una época. Tenía una habilidad innata, nació con un don. Quizás le faltó esa ambición y esa cabeza que le hubieran hecho más grande de lo que fue", señala el español Alberto Berasategui, ex número siete del mundo y hoy director del Masters 1.000 de Madrid.

En Sudamérica, el Chino también arrastró a una generación completa de jugadores, que llegaron a posiciones muy destacadas en el circuito. "Ríos marcó una tendencia para la nueva generación. A Guga y a mí, que veníamos un año más atrás, nos hizo creer que era posible. Siempre estuvimos juntos, pero él se metió a profesional en 1994. Entonces, nosotros lo vimos muy cercano. De alguna manera nos dio confianza", confiesa el ecuatoriano Nicolás Lapentti, ex número seis del mundo.

El otro aludido en las declaraciones de Nico, el brasileño Gustavo Kuerten, coincide en la apreciación. "Ríos siempre fue una fuente de inspiración muy grande para mí. Somos prácticamente de la misma edad. Durante un año y medio o dos competimos en juveniles, en casi todos los torneos. Y salió de un país vecino, lo que hizo que el resto de nosotros creyéramos mucho más en nuestro potencial. Abrió muchas puertas para el tenis sudamericano. Un jugador brillante y fue número uno con todos los méritos, jugando un tenis impecable", reconoce a La Tercera el ex número uno del mundo y tres veces ganador de Roland Garros.

El argentino Mariano Zabaleta, otro rival acérrimo del zurdo, no duda en decir: "¡Era extraordinario! El mejor sudamericano de su época". Mientras que el sueco Thomas Enqvist, uno de los grandes amigos del chileno en el tour, también se rindió a su talento. "Probablemente a mí me dejen entrar gratis para verlo jugar, pero si en algún momento no lo hicieran, sí estoy dispuesto a pagar para ver jugar a Marcelo Ríos", manifestó hace unos años.

A pesar de sus polémicas fuera de la cancha, sus colegas tienen una opinión muy buena sobre su forma de trabajar. Incluso, de jugadores que no fueron contemporáneos, como el ecuatoriano Andrés Gómez, ganador de Roland Garros en 1990. "Marcelo era un jugador que tuvo una facilidad espectacular para jugar. La gente tenía una opinión, pensaba que todo era talento y habilidad, pero poco se le reconoce lo muy trabajador y estudioso que era. Uno veía transmisiones de tenis y siempre se veía a Marcelo. Él estaba muy atento a lo que pasaba con sus rivales. En la cancha te dabas cuenta de cómo estudiaba a su rival, siempre buscando y atacando los puntos débiles", sostiene.

Pat Etcheverry, ex PF de Pete Sampras y Andre Agassi, defiende la metodología de trabajo del Chino. "La gente creía que era sobrado y flojo, pero el que no trabajó con él no puede opinar sobre Ríos. Entrenaba muy fuerte, porque le gustaba ganar. Yo lo respetaba muchísimo", afirma. Y revela un episodio: "La primera vez que vino a entrenar yo estaba con Jim Courier y Pete Sampras. Al primer día le dije a Courier que debía entrenar con él y no quería, porque físicamente no lo veía bien. Al terminar, Jim se me acercó y me dijo: 'Oye, este tipo es extraordinario'. Al otro día pasó exactamente lo mismo con Sampras, pero a Pete le dije 'y ahora viene el físico. Ahí te va a romper el culo'. Y así fue".

Gabriel Silberstein, compañero de generación del zurdo de Vitacura, también destaca la fama de trabajólico de Ríos: "Una cosa valiosa, que la gente que está vinculada al tenis no dimensiona, es que el Chino no fue número uno por su talento, sino porque estaba obsesionado con el éxito tenístico. Y cuando uno es obsesionado, sueña tenis, ve tenis, entrena más que el resto. Para ser número uno hay que ser apasionado por lo que estás haciendo".

Por otra parte, el ex número uno del mundo en dobles, Emilio Sánchez Vicario, expresa: "Me tocó Marcelo en la parte final de mi carrera, le conocí en su entrada al circuito, como un gran talento. La gran cosa de Marcelo era que tenía esta facilidad para poder adaptarse al tenis más moderno del momento y de poder avanzar más rápido que los demás. Era capaz de coger la pelota muy pronto cuando subía. Tenía un tenis muy difícil de leer porque jugaba muy rápido".

Eso sí, el destacado extenista español quedó con gusto a poco sobre el paso de Ríos por el tour. "Su carrera para mí fue más corta de lo que me esperaba. Le faltó la constancia para saber manejar ese grandísimo talento que tenía", expresó.

Berasategui, por su parte, complementa: "Marcelo si no ganó un grand slam, es quizás porque se retiró pronto. Tal vez la debilidad de su juego fue lo mental. Quizás en los grand slams era donde sufría más, pues esos pequeños baches que él podía llegar a tener a cinco sets se acentuaban cuando los partidos eran largos. Él era un genio jugando dentro de la pista. Y a veces las genialidades cuando se pasa más rato en la cancha cuestan más".

Víctor Pecci, extenista y actual ministro del Deporte de Paraguay, apunta: "Es muy difícil estar entre los 10 mejores y ser número uno es solo para elegidos. El Chino llegó ahí sin ganar un grand slam, pero tuvo que ganar muchos torneos para llegar al lugar que llegó. Tenía todos los golpes, en una época donde no se abrían tantos ángulos. Por eso, siempre en el segundo o tercer golpe tenía la capacidad de definir".

Uno de los primeros compañeros del zurdo en Copa Davis fue Sergio Cortés, quien no duda en señalar que fue el mejor chileno de la historia. "Del punto de vista tenístico, y por los torneos ganados, el Chino es el que hizo mejor carrera. Es el mejor jugador. Él fue número uno y a nivel sudamericano debería estar entre los mejores tres. Por su forma de juego, su nivel de talento y velocidad de pelota, a mí me gustaba mucho más el Chino que Vilas o Guga", asegura.

En tanto Hans Gildemeister, quien entrenó al tenista en su adolescencia, pone en perspectiva el logro de su expupilo. "El Chino no ganó ningún grand slam. Todos quieren ser número uno, mientras que cualquiera puede ganar un grand slam. Ser número uno es algo que muy pocos consiguen", expone. Y subraya que los oros de Nicolás Massú y el hito del Chino son los acontecimientos más destacados del deporte chileno. "Para mí levemente es más importante el número uno de Marcelo, por todo lo que significó", añade el Biónico.

Fernando González, triple medallista olímpico, evita pronunciarse sobre qué tan importante fue este logro. "Puede que haya sido uno de los hitos destacables del deporte nacional, pero no soy yo el que lo tiene que decir", asevera. De todos modos, recuerda con alegría el triunfo de Ríos: "Hace 20 años estaba en Buenos Aires con el equipo de Copa Davis. Ahí vimos el partido, estábamos contentos, como cualquier otro chileno, pero especialmente porque somos tenistas".

Entre los tenistas más jóvenes también hay admiración. Hans Podlipnik no duda en resaltar la influencia que tuvo en futuras generaciones. "Como tenistas, nosotros crecimos viendo al Chino. Fue uno de nuestros ídolos como deportista, nos hizo soñar mucho más alto de lo que podíamos llegar", sentencia.