Con solo 16 años, Dominga Araya es una de las figuras más destacadas del freeride, una modalidad que suma cada día más adeptos en el mundo del esquí y del snowboard y que prepara su desembarco como disciplina olímpica de invierno para los próximos años. “Comencé muy chica. En un viaje mi papá me compró una tabla y llegamos a Chile y aprendí a andar y conocí lo mágico de la tabla”, relata.

Actualmente lidera el ranking regional de las Américas y semana a semana suma nuevos hitos a su promisoria carrera. “Me motiva que en algún momento el freeride sea olímpico. Además, como es federado, me ha ayudado muchísimo en la motivación y a seguir entrenando”, cuenta la joven, que comenzó en slalom y ya hace tres años se dedica a esta especialidad.

Sin embargo, el camino no ha sido sencillo, debido a las obligaciones académicas, pues pasó a segundo medio en el Santiago College. “No fue fácil en un comienzo, pero me dan algunas facilidades”, dice la adolescente, cuyo objetivo también es estudiar Derecho. Su padre, Felipe Araya, complementa: “Fuimos a hablar con el colegio y la apoyaron. Incluso, le dicen ‘oye, si no te va muy bien en una prueba o si no te sientes preparada, dala después. Ahora tiene muchas más opciones. Académicamente es muy exigente y tiene que compatibilizar las dos cosas, pero lo ha hecho muy bien y estoy muy orgulloso”.

Económicamente, tampoco es fácil financiar una carrera deportiva. “Este deporte es súper caro, y las marcas todavía están recién desarrollando el apoyo, sobre todo para deportistas más destacados, cada día más. Pero sí, es un esfuerzo grande. Cuando partió la Dominga, nosotros subíamos por el día y después un gran amigo que tiene un departamento en la nieve nos invitaba. Entonces al final ahí te ahorras tiempo, plata, alojamiento, y finalmente hay que comprar el ticket y tener los equipos adecuados para que puedas participar de la mejor manera posible”, señala el progenitor.

Dominga Araya posando con sus tablas. Foto: Pedro Rodríguez.

Su esposa Magdalena Mourguet menciona los sacrificios que ello implica. “Familiarmente ha sido complejo, porque hay que ser muy disciplinado, no existen fines de semana, no hay almuerzos familiares porque Dominga está arriba en la nieve. También nos tenemos que dividirnos porque nuestra hija más chica está en hockey”, detalla.

“Pero no puedes fallarte. Y económicamente ha sido duro, súper duro, porque de repente uno tiene buenos años, otros años son súper difíciles. Por ejemplo, en este último año, la única que esquió fue la Dominga”, complementa Felipe.

En ese sentido, las sumas de dinero son bastante altas para la preparación de la deportista: “Un viaje puede costar cinco millones, más el ticket de Estados Unidos, que puede ser un millón, más el alojamiento. Pueden llegar a ser 10 millones anuales, que es una suma súper difícil de lograr”.

Sin ir más lejos, en la semana del 6 de abril, la deportista competirá en el Junior Freeride Championship en Estados Unidos, en la categoría Sub 19. Un viaje que aún no está financiado. “El año pasado tuvimos la suerte de que una persona recibió en su casa a todo el equipo chileno. Ahí, Dominga salió 13ª del mundo. Ahora vamos a otro lugar y en otras condiciones, es un centro de esquí más caro y pueden ser varios días”, añade.

El resultado y su gran nivel a nivel continental alimentan la ilusión de Dominga, aunque está consciente de las dificultades que enfrenta. “Yo creo que para poder llegar al nivel del top 5 sí tengo que entrenar mucho, prepararme físicamente, ir al gimnasio y seguir con entrenador en la nieve. Entonces, ahora este año que estuve en la Católica, siento que me ayudó mucho para subir de nivel. Y ahora que voy a Estados Unidos, ojalá pueda llegar más lejos”, sostiene.

Sin miedo

Por otra parte, ante la posibilidad de que la modalidad sea olímpica, la Federación Deportiva Nacional de Ski y Snowboard se ha involucrado con mayor determinación. “Ahora estamos formando un club de freeride y poco a poco han ido llegando muchos niños, lo que ha sido muy lindo. Ahora se puede aspirar a recibir fondos de la federación y tener ayuda de las marcas, porque hay una camada de niños que el día de mañana puede ser posibles campeones y clasificar a Juegos Olímpicos.”, complementa su padre.

En cuanto a los peligros de la disciplina, la deportista es categórica: “No me da miedo”. “He entrenado varios años, entonces sé lo que puedo y no hacer y lo que es peligroso. En Estados Unidos, por ejemplo, tomé un mini curso de avalanchas. Aprendí a rescatar gente, cómo usar la pala, la sonda y la tabla”, destaca.

A la hora de hablar de sus sueños también habla con la misma decisión. “Solamente mejorar y llegar al 2030 para los Juegos Olímpicos, porque siento que eso me abriría muchas puertas. A mí me gusta mucho el deporte y la comunidad que se genera en torno a eso”, afirma.

Precisamente, ahí destaca el gran apoyo de Isidora Assler, una de las grandes figuras de la disciplina en Chile, y quien se transformó en una especie de mentora para Dominga. “Ella es una gran referente, siempre me manda mensajes y está preocupada por mí. Me gustaría llegar a ser como ella”, confiesa la promesa sudamericana que poco a poco ya empieza a hacerse su propio camino.