“Ahora ya no me recuerdan mucho. Todos olvidan... Me queda la tranquilidad de que los abuelos y algunos papás saben quién fui para el deporte chileno”.
La frase es de Luis Ayala, el jugador que en las décadas del 50 y 60 puso en alto el nombre de Chile en los circuitos del tenis, en los años en que ser amateur era un orgullo, en los que se ganaba poco y nada de dinero, en los que se jugaba con una raqueta de madera.
“Lucho” dejó de existir este martes a los 91 años. Partió con la tranquilidad de haber disfrutado de su amado deporte hasta el último momento, enseñando a los niños los secretos del tenis en la ciudad de Houston.
Si bien acusó olvido, la ingratitud nunca fue extrema para este hombre que dejó Santiago para irse a Puerto Rico en 1980, ya que si bien no lo acompañó la televisión en sus gloriosas jornadas, sus números son las base para que marque historia, los mismos que le permitieron pelear en varias encuestas el cetro de mejor jugador nacional de todos los tiempos, cetro en el que competía con Marcelo Ríos y Fernando González.
El virtuoso “Lucho”
El menor de cinco hermanos de una familia humilde de la capital llegó al tenis de una forma muy natural. Curiosos, “Lucho” y su hermano Carlos, cruzaban la Panamericana para instalarse todo el día en el Club Santiago, en avenida Viel. Primero a mirar y después a jugar con las raquetas de madera que les prestaban. Con su función de pasapelotas, surgió la amistad con los socios y el primer gran regalo: una raqueta nueva.
A diferencia de Carlos, más conocido como “Calei”, Luis proyectó su carrera como amateur, lo que le permitía hacer carrera representando al país. A los 17 años ya jugaba por los adultos de Chile, en las gloriosas jornadas de la Copa Mitre.
Un año después ya era considerado como uno de los mejores representantes, a la altura de Ricardo Balbiers, Carlos Sanhueza y Andrés Hammersley. Vendrían más competencias en Sudamérica hasta ser reconocido como el mayor talento.
En sus inicios, particular fue su enfrentamiento social y generacional con el veterano Hammersley, quien provenía de una familia acomodada. La pugna era mayor en los siguientes años, pues era el morenito el que siempre ganaba.
En 1952 llegó su gran salto, al disputar la Copa Davis, Zona Europea. Austria se llevó una gran sorpresa, tras caer por 4-1 con una muy buena actuación de Ayala. “Pensé que iba a sentir un natural pánico escénico, pero no... Fue un jugador con mucho aplomo”, recuerda el capitán de ese entonces Marcelo Taverne, en una entrevista impresa en el libro Historia del Tenis en Chile (1882-2006), del periodista Mario Cavalla.
Roland Garros en la mira
Luego de ganar todo en Chile, comenzó su exitosa carrera mundial, llegando a ser el sexto mejor tenista del mundo en 1959 (otro escalafón de la época lo situó tercero). Un año antes y en 1960 consiguió lo que nunca antes un chileno pudo: dos finales en Roland Garros, hecho que lo llevó a ser considerado como el mejor arcillero de la época (ganó el título de dobles en 1956).
En 1961 tomó una gran determinación: pasar a los profesionales, con lo que sacrificaba su presencia en los Grand Slams. De ahí en más vendrían torneos en Estados Unidos y Europa, con otras estrellas que siguieron su mismo camino, entre ellas Alex Olmedo, Ashley Cooper y el australiano Rod Laver, quien ganó en dos ocasiones los cuatro majors en una misma temporada.
En 1969 llegó el retiro, los homenajes, una extensa carrera como técnico y su llegada a Houston, donde lo encontró la muerte.
Brilló como capitán de la Davis
Sólo ocho años le bastaron a Luis Ayala para transformarse en el jugador con mejores estadísticas en Copa Davis, al llegar a las 37 victorias y 14 derrotas (tanto en singles como en dobles).
Sin embargo, en sus mejores momentos como profesional (en los inicios de la década de los ‘60) no pudo disputar el certamen por equipos, considerando que la entidad internacional no aceptaba la presencia de jugadores profesionales, tal como ocurría en aquella época con los Grand Slam.
Es por ello que los mejores recuerdos de “Lucho” en la Davis se produjeron cuando se desempeñó como capitán, cargo que ocupó entre los años 1973 y 1982. Precisamente dentro de ese periodo Chile obtuvo el mejor resultado de su historia: vicecampeón en 1976.
En aquella oportunidad Ayala capitaneó el equipo integrado por los jóvenes Patricio Cornejo y Jaime Fillol, que ya destacaban a nivel internacional. Sin embargo, no pudieron vencer en el partido definitivo a Italia, pese a que la serie se disputó en Santiago.