Daniel Antonio Fuentes Soto, de 42 años, no puede tomar en brazos ni jugar con su pequeña hija de seis meses por culpa del terrible dolor que siente en sus extremidades superiores. Así lo asegura el canchero más importante que ha tenido Colo Colo durante este siglo, en la millonaria demanda laboral que interpuso contra Blanco y Negro, el 27 de julio pasado, en el 2° Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago. El funcionario exige una indemnización de $ 100 millones, debido a la supuesta responsabilidad de la sociedad anónima en el origen de su enfermedad.

En la denuncia, el trabajador realiza una cruda descripción de las que, según él, eran sus funciones diarias como auxiliar de mantención de canchas y áreas verdes, cargo que comenzó a desempeñar en la concesionaria el 1 de julio de 2005; y luego como encargado de canchas y prados, a partir del 1 de octubre de 2013. Acusa que la sobrecarga de actividades y el incumplimiento de la ley por parte de la administradora del Cacique, la que no habría tomado las medidas necesarias para proteger su vida y su salud, provocaron su padecimiento.

"Mis funciones consistían en estar a cargo de la mantención de todas las áreas verdes del estadio Monumental, me refiero específicamente a la cancha principal, canchas laterales, jardines, árboles, plantas y también debía velar por el mantenimiento del exterior del recinto, esto es la calle y perímetro del estadio, debo mencionar que el estadio Monumental tiene como superficie de pasto 70.000 metros cuadrados", parte explicando.

Fuentes cuenta que una de sus tareas era el "champeo", que consiste en "retirar la palmeta de pasto dañado y luego instalar un pedazo de pasto nuevo", de aproximadamente 50 cms. por 50 cms., con una "pala champera". Esto lo hacía "a mano".

"Generalmente se sacaban en promedio 200 palmetas diarias, todo lo anterior lo hacía a mano con una pala, picando cuidadosamente la tierra (...) Dicha labor era muy desgastante, sobre todo porque me tocaba realizarla solo y sin ayuda...", asevera en la demanda presentada en tribunales.

Ni siquiera la compra de una máquina por parte de ByN aliviaría su carga. "Provocaba mucha vibración (...) lastimando inexorablemente mis brazos y hombros", agrega.

Además, afirma que era el único capacitado para demarcar las líneas, por lo que siempre lo mandaban a él. "Esta función se hacía con un carro especial a mano y con motor, lo que provocaba mucha vibración a mis hombros y codos", prosigue. Esta faena, según él, duraba más de dos horas, debía hacerlo todos los días y en todas las canchas.

El canchero sostiene que también estaba a cargo del aseo del recinto; de podar los árboles; de cubrir y retirar de la cancha principal una lona muy pesada en los meses de frío, junto al resto de trabajadores; de regar las canchas con una manguera de 10 kilos; y que tras la llegada de Sergio Salinas, en 2015, como su supervisor, lo mandaban sólo a él "a botar todo el pasto de todas las canchas a un contenedor". Asegura que eran cientos de kilos al día y que, a diferencia de los demás trabajadores, no lo rotaban en sus funciones, por lo que podría estar hasta tres semanas haciendo lo mismo.

Fuentes establece que sus molestias empezaron a mediados de 2015. "Comencé a sentir mucho cansancio en mis hombros, junto con eso comencé a perder la fuerza en ambos brazos. En un primer término no le presté mayor atención, pues tenía que seguir trabajando, pero llegó un punto en que los dolores y las sensaciones fueron aumentando hasta que ya no podía ni levantar una taza de café", retrata.

Incluso, producto de esto, según la demanda, sufrió un accidente en 2017 en el Monumental, cuando no pudo sostener una máquina, lo que le provocó un corte.

Fuentes fue diagnosticado, según señala, de diversas patologías en ambos hombros en el Hospital del Trabajador. De hecho, uno de sus medios de prueba es una resolución de la Asociación Chilena de Seguridad, del 15 de noviembre de 2017, que califica su patología como de origen laboral.

"Todas estas incapacidades físicas, me llenan de impotencia y angustia, lo que me ha provocado otro tipo de incapacidad de índole psicológico, ya que han sido manifiestos los cambios de humor, irritabilidad y falta de tolerancia que me inundan en la vida diaria de pensar que tengo una enfermedad incurable y que me puede causar prontamente la muerte, los cuales trastornan y afectan mi vida familiar y social", alega Fuentes en su demanda.

Fuentes aún es funcionario de ByN, pero está con licencia desde mayo de 2017. La Tercera lo contactó dos veces, llamados que fueron contestados por su señora. "Lo que pasa es que me duele el brazo al tomar el télefono. Lo evito. ¿Por qué me decidí a demandar si todavía sigo en el club? Por disconformidad. No se preocuparon por mí. Nunca me llamaron para preguntarme cómo estaba, si necesitaba algo. Nada. Perdí el entusiasmo. Yo llegué el 2002, en la quiebra, antes de la SA, y éramos como una familia. Ahora no hay preocupación", lamenta Fuentes, quien a sus 42 años sufre al pensar que tal vez nunca más pueda volver a trabajar.

ByN se defiende

La contestación de Blanco y Negro no se hizo esperar. En ella, refutan todos los hechos descritos por Fuentes y aceptan sólo la existencia de la relación laboral. Incluso, niegan hasta la veracidad del accidente que relata el canchero. "Mi representada jamás hizo laborar al sr. Fuentes, en ningún momento a lo largo de su relación laboral con Blanco y Negro, de la forma completamente exagerada e irreal que pretende", asevera la respuesta del club.

"Ahora bien, en esta causa no nos queda más que afirmar que la suma demandada no es más que el fiel reflejo de la pretensión de la contraparte, en cuanto a 'mercantilizar' el daño moral supuestamente soportado por su persona", dispara la concesionaria.

La disputa recién empieza.