No todo es deficiente en el entrenador saliente ni tampoco todo jerarquía en el entrante. Cuando los hinchas de Colo Colo se sienten no escuchados por la concesionaria ByN, caen en una irrealidad y error absoluto, pues hoy vivimos los tiempos donde un grupo de personas relativamente organizadas, terminan jaqueando mediáticamente las decisiones del directorio, le bajan el pulgar a ciertos jugadores y entierran a determinados entrenadores. Este fenómeno sostenido desde la redes sociales y las hinchadas desde los estadios es conocido científicamente como el "efecto Muchedumbre Psicológica", el cual ha sido tratado profundamente por el escritor Gustave Le Bon, en su libro Psicología de las Masas.

Sacar y poner entrenadores desde la tribuna no es nuevo y hoy se instala con fuerza en nuestro país. Hace un par de años, cuando la revista El Gráfico de Argentina tenía tiraje semanal, apuntaba que el fútbol argentino era la faenadora más agresiva del mundo, pues el promedio de sus entrenadores dirigiendo no superaba los cuatro meses. En la vereda de enfrente se encontraba Inglaterra, donde la media se ubicaba sobre los dos años en esta verdadera silla eléctrica (DT Hoyos) que significa sentarse en una banca profesional.

¿Con qué Héctor Tapia nos encontraremos?, con el que dirigió a Colo Colo en su primera etapa o con uno renovado, amante de la intensidad de juego y ataques directos, algo así como un Tito 2.0, pues tras la alegría y descompresión del ambiente de los primeros días, se revelará la capacidad del estratega albo.

El plantel de Colo Colo ofrece diversas riquezas técnicas, jerarquía individual y muchos jugadores con capacidad para leer el partido desde la cancha, pero adolece del ritmo que te impone Copa Libertadores.

La intensidad de juego es innegociable para competir internacionalmente y lo que Colo Colo ofrece en el presente es un equipo de posesión pausada, a cuenta gotas los ataques directos y no disputa la pelota donde se pierde, pues se acostumbró a recuperarla en una reagrupación defensiva en las cercanías del arco de Orión, regalando de paso parte de la cancha e iniciativa al adversario.

Mucha pega tiene Tapia si su plan de juego pretende alejarse del fútbol corriente hasta entonces ofrecido y busca arrimarse más a lo revolucionario, a disciplinar el equipo desde lo táctico y a practicar un fútbol más vertical y explosivo que horizontal y cadencioso.

La conformación del once inicial, es la decisión por lejos más compleja que deberá enfrentar Tito Tapia. Su carácter bonachón será puesto a prueba cuando tenga a todos los jugadores en condiciones y el "tú juegas y tú vas a la banca" alcance a los consagrados.

La abundancia de plantel te permite libertad para elegir cómo jugar, o decides un fútbol al zapato del compañero, que te hará cansino, predecible y fácilmente neutralizable; o te la juegas por un fútbol al espacio, donde el pase obliga al cambio de velocidad, a dejar la posición estática y a forzar al rival a tener que disputar un mano a mano territorial.

La posesión como herramienta para la lateralización y adormecimiento del juego poco engendra y no tiene meta visualizable. Buscar la tenencia como elemento distractor para generar espacios y profundizar verticalmente la pelota, es lo que debe buscar Colo Colo.

El Cacique atractivo y cautivante debe practicar un juego vertical, explosivo y agresivo para atacar, contrario al pausado, de juego horizontal y de elaboraciones eternas en la zona de definición.

Tapia se encuentra en el punto de partida, con todas las atribuciones para plasmar su idea de juego y la pregunta salta sola: ¿Con qué Tito Tapia nos vamos a encontrar?