Ahora, sentado a un costado de la amplia mesa de la sala de reuniones en su estudio de abogados de Las Condes, a 16 pisos de altura, Matías Desmadryl Lira, de 42 años y ex director de Aguas del MOP, se mimetiza perfectamente con su entorno. Viste impecable, de traje oscuro y corbata, listo para cualquier requerimiento profesional.
El viernes fue escogido por sus pares como el mejor abogado en Derechos de Agua en el ranking Leading Lawyers Chile, que realiza la revista Qué Pasa junto a la consultora Idealis, pero hoy no está aquí para definir la estrategia con que enfrentará un conflicto legal, sino que para hablar sobre su otra vida, una que se desarrolla fuera de Sanhattan. Lejos de cubículos, oficinas y papeleos, donde reemplaza juntas ejecutivas y cafés por las pulsaciones generadas al correr a más de 50 kilómetros por hora sobre diversas rutas de asfalto o cemento. Allí, la única ley que prima es la del esfuerzo físico y el trabajo en equipo. No están escritas, por supuesto, pero gobiernan tanto o más.
Matías, tataranieto del matemático francés Anatole Desmadryl, uno de los fundadores de la Escuela Naval (y profesor de todos los próceres nacionales en la Guerra del Pacífico), a todas luces es un caso atípico. Aficionado al ciclismo desde niño, se ha desdoblado durante años para llevar su pasión a un peldaño más arriba y poder competir con los expertos del país.
Su manía por el deporte lo ha enfrentado a experiencias junto a la élite del pedal nacional. La última fue en la Vuelta de Chile pasada, donde además de capitanear al team Lippi-Colorado Bike (con figuras como el experimentado Claus Plaut), terminó entre los 40 mejores del evento, compitiendo contra otros 95 ciclistas, la mayoría dedicados a esto en un ciento por ciento.
Pero el abogado ya tiene varios kilómetros recorridos en esto; se codea desde hace años con los mejores. "Antes de armar este equipo, yo corrí por Trek. Estaba junto a Gonzalo Garrido, el Puma (José Luis) Rodríguez, Patricio Almonacid… Con todo ese lote". Ese lote son dos campeones de la Vuelta (2010 y 2011), además del nuevo prodigio de la bicicleta de ruta.
La primera meta en su última aventura, cuenta, fue simplemente clasificar. Para eso debió insertarse con su equipo en la competencia y dar pelea a otra docena que buscaban lo mismo. Desmadryl, quien parece vivir días de 30 horas, debió estar en todas las fechas con sus compañeros. Pero siempre hay imprevistos: "Hubo una fecha en que no pude competir, porque me salió un viaje a última hora por mi trabajo. Me carga cuando pasa eso; no me gusta fallar en nada".
Fue una experiencia ardua, un trabajo de casi un año. "Entrené de madrugada, haciendo rodillo o distintos trabajos físicos para poder estar a un rendimiento acorde al del resto. Y los fines de semana salir temprano a hacer ruta con el equipo, para luego estar en la casa a mediodía con la mejor cara, para jugar con mis hijos", rememora.
Debió multiplicarse para poder cumplir en todos sus mundos. Lo hizo bien, pues junto a su escuadra superaron ampliamente la meta impuesta. "Si nos hubieran dicho que nos iba a ir así antes de competir, no lo hubiésemos creído. Nuestro equipo es amateur, contamos con chicos de proyección, pero el resto nos dedicamos a esto como un hobby", asegura.
Para poder conciliar ésta y su otra vida, Desmadryl debió llegar a algunos consensos. El más importante, dice, fue con su esposa: "Tuve que prometerle que ésta iba a ser la única Vuelta que correría". El tratado está en observación, pues al finalizar la última etapa de la prueba, el buen resultado del equipo envalentonó a todos para una nueva versión. "Hay que seguir negociando", cuenta entre risas.
El trabajo de Desmadryl es complejo. Actualmente, además de desempeñarse como experto en aguas y recursos naturales en el estudio Carcelén, Desmadryl, Guzmán & Tapia Abogados, imparte cátedras en los magíster en Derecho de la Universidad Católica; de Derecho Minero y Aguas, en la Finis Terrae, y en el diplomado de Recursos Naturales de la Universidad de Los Andes. "En parte, es por eso que hago esto, para que mis hijos vean que todo se puede en la medida que te lo propongas". Es padre de tres niños: León (9), Gracia (7) y Juan José (3).
Pese a que la bicicleta llegó temprano a la vida de Desmadryl, pues competía en el mountain bike desde chico, confiesa que nunca se le pasó por la cabeza ser ciclista profesional. "La verdad es que esa idea no estaba entre mis opciones. Siempre quise estudiar. Además, mi familia es muy de trabajo. Me apoyaban, obviamente, pero no iban tanto con el tema deportivo".
Es extraño que Desmadryl aparezca en estas páginas. Su nombre ha estado asociado a temas de recursos naturales, económicos y políticos. Él mismo se ríe por esta entrevista. "¿En verdad quieren hacerme fotos? Es difícil para mí, tengo una imagen que cuidar", llegó a decir antes de acceder.
Desmadryl representa la historia de muchos, pero la lleva a un nivel que pocos pueden. Su desplante sobre las rutas ha sido como el de cualquier ciclista experimentado, dedicado a este asunto con disciplina profesional. Lo sabe. "Para nosotros, que no nos dedicamos al deporte, el mundo del ciclismo de ruta ha estado muy cerrado. Yo tuve la suerte de competir en los equipos profesionales", reflexiona.
Las leyes del ciclismo son claras: pedalear en sube y baja fuerte, muy fuerte, atacar con estrategia y siempre trabajar par el equipo y jamás darse por vencido. No están escritas, pero Desmadryl las memorizó hace años.