Un prodigio. Una leyenda. Kobe Bryant (Los Angeles, 23 de agosto de 1978) marcó una época en la NBA. El estadounidense fue dominador por 20 años de la mejor liga del mundo y la repentina noticia de su fallecimiento inundó de lágrimas el mundo del básquetbol. Una estrella de los cestos que nunca dejó de vestir la camiseta dorada de Los Angeles Lakers. Mamba se apagó para siempre.

Kobe siempre resaltó. Ya sea por su buen nivel como por su buena relación con los demás colegas. Fichado en el draft de 1996, por los Hornets, el escolta nunca llegó a vestir la camiseta de Charlotte. De inmediato fue escogido por uno de los agentes de los Lakers, que sumado al propio interés del jugador, cumplió el sueño de defender la franquicia más grande de la NBA, en su casa.

Cada año sumaba mayor relevancia en Los Angeles. Su primer anillo lo ganó en su cuarta temporada, en 1999-2000, en su primer año promediando más de 20 puntos por partido y de ahí, solo dos veces bajó dicha marca en su carrera. Casi en el ocaso, cuando las lesiones ya le complicaban. Eso sí, los años dorados fueron aún más y aquella corona que se probó iniciando el milenio, la triplicó, pues además ganó los dos siguientes campeonatos.

Mamba recibió el cariño y se convirtió en símbolo de la NBA. Sus grandes actuaciones, su presencia afable y cercana le hicieron uno de los máximos ídolos en la mejor liga del mundo, independientemente del equipo de donde se le idolatraba.

En 2009 y 2010 llegaron los otros dos anillos que Kobe ganó junto a los Lakers. En ellas, Bryant fue el MVP de las finales. Y si se quiere, también se puede reducir en números la enorme carrera que consiguió: dos veces máximo anotador en una temporada, 18 veces parte del Juego de las Estrellas y, por ejemplo, recién este sábado fue superado por LeBron James como tercer máximo anotador en la historia de la NBA. Kobe bajó al cuarto, con 33.643 puntos.

Kobe dejó de jugar el 2012. Se convirtió en el primer jugador en que algún equipo NBA retiró los dos dorsales que utilizó: el 8 y el 24. Y de ahí se dedicó a seguir esparciendo el básquetbol por el mundo. De ahí que fuera embajador de la última Copa del Mundo, China 2019.

Además, incursionó en el mundo del cine, puesto que en 2018  ganó el Oscar por "Querido Básquetbol", el cortometraje que retrataba el camino de Kobe.

Conforme a su forma de ser, el último mensaje público de Kobe fue una felicitación a LeBron por superarle. Mamba, la leyenda de los Lakers, se fue del plano terrenal, pero su legado, su mito, vivirá por siempre.