Fue en su quinto lanzamiento, al filo de las 10.30 de la mañana y con el colorido Cerro Verde de Cochabamba como telón de fondo, pero bien podría haber sido en cualquier otro intento y a cualquier otra hora. Porque la suficiencia con la que Natalia Duco (29) logró ayer entregar al Team Chile otra medalla de oro en los Juegos Odesur, fue inequívoca, aplastante, pasmosa. Dominó la final de lanzamiento de bala como ya lo hiciera en Santiago, hace cuatro años; en Medellín, hace ocho; y en Buenos Aires hace 12. Y el resultado, claro, terminó siendo el mismo, un oro, el cuarto consecutivo en Juegos Sudamericanos para la sanfelipeña, la primera atleta chilena en conseguir un póker dorado subcontinental en toda la historia. Palabras mayores.
Lo cierto es que no habían terminado de acomodarse casi los espectadores asistentes al recinto atlético del Complejo Petrolero en la tribuna, cuando la chilena proyectó la bala a una distancia de 18,15 metros en su quinta tentativa. Sin titubeos. Sin demasiados aspavientos. Un registro (el segundo mejor del año para ella tras los 18,97 con los que había hecho añicos hace tres semanas su propia plusmarca nacional) que representaba además un nuevo récord Odesur. El anterior era de 18,07.
Con la venezolana Ahimara Espinoza tratando en vano de ponerle un poco de picante a la final con una mejor marca de 18,09, Natalia se presentó por última vez en el foso para ejecutar un lanzamiento postrero de 17,97. No le sirvió para superar su registro anterior. Tampoco le hacía falta. Sus 18,15 metros marcaban ya el techo de Sudamérica. Un techo edificado a pulso durante doce años y cuatro ediciones de los Juegos.
Con la certeza de su triunfo llegaron los abrazos, las loas y los reconocimientos. Su medalla de oro figuraba en todos los pronósticos, pero ahora era cierta. La tetracampeona se volvía leyenda.
Pero el suyo no sería el único récord pulverizado por un deportista del Team Chile en la penúltima jornada de los Odesur en la pista atlética. No fue una plusmarca subcontinental, es cierto, pero la presentación de Alfredo Sepúlveda (25) en la final de los 400 metros vallas masculinos, tuvo también ribetes épicos. Se presentó en el rekortán sin hacer demasiado ruido, pero pasó a dominar la prueba por la calle número 2 en el segundo 200. Llegó a salir primero, incluso, de la última valla, pero terminó claudicando en el remate final ante el argentino Guillermo Ruggeri, que estableció, nuevo recordman Odesur, por cierto, con un tiempo de 49''28. El crono de Sepúlveda (49''62) fue, no obstante, el mejor firmado por un chileno en los últimos 20 años, es decir, desde que Carlos Zbinden dejase la vara en 49''72 en 1998.
"Nunca pienso mucho en las marcas cuando corro, pienso sólo en ganar, ésa es mi estrategia. Pero fue una gran competencia porque hubo récord de los Juegos, de Guille (Ruggeri), que era el actual campeón sudamericano, y fue una carrera bien entretenida. Estuvo cerca el oro, pero así es este deporte, las centésimas son importantísimas. Una medalla de plata no es mala y de pasada hice el récord de Chile, que tenía 20 años, del gran Carlos Zbinden, así que contento", explicaba, al término de la final, el atleta, jadeante aún a causa del portentoso esfuerzo.
La que volvió a quedarse, por segunda vez en dos días, a las puertas del podio, fue la plusmarquista nacional de 200 metros planos Isidora Jiménez, que acarició las preseas con un primer 100 absolutamente ilusionante, pero que terminó desinflándose en la recta de meta deteniendo el cronómetro en 23''13. Un registro no muy lejano a su mejor mejor marca personal (los 22''95 de Toronto 2015), pero que no le alcanzó para arrebatarle las preseas a la brasileña Silva, ni a las colombianas Tenorio y Soto, primera, segunda y tercera clasificada, respectivamente. Hoy, en el ocaso de los Juegos, Jiménez vivirá su tercera reválida como parte del relevo 4x400.
Después, sobre las siete de la tarde, está prevista la ceremonia de clausura de Cochabamba 2018, unos Juegos Odesur que han visto un repunte del deporte chileno. Y a la mujer más fuerte de Sudamérica. Cuatro veces lo ha demostrado de forma consecutiva. Se llama Natalia Duco. Y es una bestia.