La multiculturalidad de la Sub 20: los “foráneos” que reclutó la Roja mirando el Mundial
El Sudamericano, que finaliza este domingo, es reflejo del fenómeno de la migración en el fútbol. En Chile sobresale el caso de Juan Francisco Rossel, pero no es el único.
La selección chilena Sub 20 cumplió un objetivo en su expedición por Venezuela: instalarse en el hexagonal final del Sudamericano (que finaliza este domingo), aunque en esta instancia los resultados no han sido positivos. Pasaron largos 12 años para que el combinado nacional volviera a superar la fase grupal. Sucedió cuando la Roja tiene asegurada su presencia en el Mundial por ser el organizador y el torneo continental ha servido como banco de prueba para Nicolás Córdova.
Hay un fenómeno que cruza cada rincón donde se juegue al fútbol y que en nuestros tiempos se hace común: la multiculturalidad. El deporte más popular también asoma como reflejo del fenómeno de la migración. El trabajo de los departamentos de scouting, para identificar a futbolistas que tengan raíces criollas, se hace relevante. La Roja no escapa de aquello y el plantel de Córdova cuenta con “foráneos”.
El ejemplo más evidente es Juan Francisco Rossel. Se trata del jugador más destacado de la Selección en el campeonato, con cinco goles en ocho partidos (633 minutos jugados), siendo uno de los artilleros de la competencia. El capitán de la Sub 20, futbolista de Universidad Católica, nació en Santiago, de padre chileno y madre ecuatoriana. Al tener doble nacionalidad, le permite poder elegir qué bandera defender. Y el ariete, incluso bautizado por las redes oficiales de la Conmebol como el ‘Lamine Yamal chileno’, optó por el Equipo de Todos.
“Cuando Pancho fue nominado a la Roja Sub 17, también recibió llamadas de Ecuador, pero él siempre ha dicho que quiere jugar por Chile. Él tiene apego a Ecuador, principalmente por su familia, pero en lo futbolístico, quería representar a Chile”, mencionó la madre del jugador, Candy Corozo, en el diario AS. El caso de Rossel sobresale por su gran Sudamericano, sin embargo no es el único.
En la gira europea que realizó la Roja juvenil, previo al torneo en Venezuela, causó sorpresa el nombre de Willy Chatiliez. Extremo de 19 años, milita en el Huesca, de la segunda división de España. Nació en Santiago, de padre francés y madre chilena. Tiene triple nacionalidad, porque también cuenta con pasaporte español, al mudarse a ese país cuando tenía 9 años. Si bien tuvo un paso por las inferiores de la U, el desarrollo de su carrera ha sido en Europa.
Se ganó la convocatoria en los amistosos contra Qatar. Hasta ahora, suma seis partidos en el Sudamericano (190 minutos).
Hay uno más. A diferencia de Rossel y Chatiliez, Favian Loyola nació en Estados Unidos. Particularmente, en la Base del Cuerpo de Marines Camp Lejeune, en Carolina del Norte. De padre chileno y madre italiana, tiene pasos por las categorías juveniles de la selección estadounidense. En 2022, jugó por la Sub 17 y Sub 19 del Team USA. En 2024 también participó de un amistoso contra Inglaterra, en marzo. Sin embargo, luego cambió su elegibilidad internacional, tras aceptar el llamado de la Sub 20 chilena. Incluso, enfrentó a EE.UU. el año pasado, ya portando la vestimenta de la Roja.
El jugador del Orlando City de la MLS completó solo 46’ en el Sudamericano y se perdió el hexagonal final por lesión. Fue liberado de la nómina al presentar una lesión muscular del cuádriceps izquierdo producto de un golpe en el cotejo ante Perú.
Otros ejemplos de “multinacionales”
En el resto de las selecciones también afloran futbolistas que cuentan con más de una nacionalidad. Por ejemplo, en Argentina. Julio Soler nació en Asunción, pero desde su infancia vivió en Buenos Aires. Eligió jugar para la Albiceleste en las categorías Sub 20 y Sub 23. Y ante el interés de Paraguay por nominarlo para la adulta, Lionel Scaloni lo convocó en octubre de 2024, para “bloquearlo”. Fue transferido al Bournemouth de Inglaterra, desde Lanús.
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Uno de los mejores valores de los transandinos es Ian Subiabre, de padre chileno (Martín Subiabre), nacido en Comodoro Rivadavia. Fue reclutado por Hernán Caputto para la Sub 17 chilena y vistió la camiseta roja, sin embargo terminó decidiendo por Argentina. De hecho, ya jugó el Mundial de esa categoría, en 2023.
Su compañero, el arquero Jeremías Martinet, nació en Santiago, hijo de madre argentina y padre francés, y vivió en Chile hasta los cinco años. El meta rechazó jugar por la Selección de Córdova.
Otro caso es el de Alexander Woiski, nacido en Palma de Mallorca (España), de padre puertorriqueño (Ronnie Woiski, representante de jugadores) y madre argentina. Este delantero de 18 años, quien juega en el Mallorca, tiene pasaporte italiano, estadounidense y argentino. Fue convocado por Diego Placente.
En el caso de Paraguay, ocho jugadores de su plantel tienen ascendencia argentina. Uno de ellos es Luca Kmet, quien hizo el agónico gol de la victoria sobre Chile en el hexagonal. Hijo del exfutbolista Julián Kmet, salió de la cantera de Lanús. Nació en Buenos Aires y obtuvo la nacionalidad paraguaya por su abuela paterna. Eso le permitió ser considerado para el cuadro guaraní.
El anfitrión del Sudamericano, la eliminada selección de Venezuela, también entra en este grupo. Uno de los que enfrentó a Chile en el debut fue el mediocampista Nicola Profeta. Nació en Anzoátegui (Venezuela), vive en Colombia desde los 5 años y su padre es italiano, por lo cual también cuenta con esa nacionalidad. Si bien jugó por la Sub 15 y Sub 17 de Colombia, optó por la Vinotinto en la Sub 20. Otro ítalo-venezolano que estuvo con el cuadro llanero es Alessandro Milani, lateral izquierdo de 19 años, quien milita en el equipo primavera de la Lazio.
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