La noche de los veletas
Fuera apenas que la Noche Alba no tiene el suspenso, la espectacularidad y los nombres de antes. Lo sabemos: el mercado chileno viene perdiendo competitividad hace años y hoy, con Matías Fernández, César Fuentes, Miguel Pinto y algún delantero argentino saliendo de una larga lesión, sobra para darle algo de sazón a un evento que trajo al fútbol chileno Jorge Vergara hace 28 años y que tuvo su momento de gloria hace un rato ya. Pero, al fin y al cabo, es como parte del calendario veraniego y no molesta a nadie. Además, por esta vez, servirá para que la Sub 23 mueva las piernas antes del Preolímpico de Colombia. Deben estar agarrotados de tanta inactividad.
Pero, claro, los nuevos héroes revolucionarios de la Garra Blanca amenazaron con boicotear la Noche Alba porque, según ellos, mientras no se cumplan las demandas sociales "no hay fiesta". Sería bueno saber el petitorio de estos combatientes, de haberlo, pero, antes que nada, quiénes son, quiénes los financian y qué quieren realmente. Porque después de proclamar a mandíbula batiente que con el estallido social todas las barras se unieron con un objetivo común de cambiar la sociedad, ahora resulta que uno de los argumentos para atacar la Noche Alba es que uno de los refuerzos, Miguel Pinto, está "identificado con el equipo laico". Entonces, cómo es la payasada, que ya no se entiende nada ¿No es que las diferencias de camiseta ya no importaban? Una farsa, como todo este circo que han armado las barras bravas, bien alimentados por evidentes intereses económicos y deportivos.
Hagamos números: la barra de Colo Colo, todos los que se sienten identificados con la Garra Blanca y sus facciones varias, al menos cuatro, meten quince mil personas en cada "arengazo" antes de un clásico. Para la presentación de Matías Fernández llegaron por lo menos diez mil. Y resulta que el famoso "arengazo de la dignidad" convocado por estos señores llamados "Garra Blanca oficial" no juntó ni 200 el 22 de noviembre. Entonces ¿A quién representan estos compadres? ¿Seguros que la gente del estadio los apoya? Porque el día que tuvieron que dar una muestra clara de convocatoria llegó apenas el 5% de lo que se reúne antes de un clásico. Cuidado, que las 40.000 personas que habrá el domingo en el Monumental no sé si están de humor para títeres illuminati manejados por quién sabe. No les vaya a salir el tiro por la culata.
Cuando veo el giro en 180º de los barrabravas, que hasta hace poco se sentían tan cómodos y trabajando codo a codo con grandes empresarios, varios de ellos famosos por sus malas prácticas, y ahora son más revolucionarios que la columna de Durruti, me acordé de la sabia reflexión que me hizo el periodista italiano especializado en subversión y guerra sucia Gianni Flamini, cuando estaba investigando mi libro Aldo Marín Carne de Cañón: "En Italia, a fines de 1974, el terrorismo era negro, negro, negro… a partir de 1975 se transforma únicamente en terrorismo rojo. Los servicios secretos crean grupos terroristas negros, cuando les sirven que sean negros y cuando cambia el panorama político, lo adaptan, y les cambian de color".
Hasta hace menos de un año las barras bravas eran de ultraderecha, brigadistas de varios connotados políticos de Chile Vamos y en las últimas elecciones repartieron no pocos palos y piedrazos por motivos muy poco revolucionarios. Ahora son de ultraizquierda, anarquistas, primera línea y toda la cueca. Cómo no encontrarle toda la razón a Flamini. Acá hay una sospechosa mano negra (y uñas negras también).
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