La otra carrera de fondo de Semenya
Hoy concluye las vistas ante el TAS por la normativa IAAF sobre atletas con hiperandrogenismo. La sudafricana se niega a tomar estrógenos para reducir los niveles de testosterona que produce de forma natural. El fallo se espera en marzo.
Una disputa médica y deportiva que trasciende los límites de la medicina y del deporte. Esa es la batalla legal en la que se encuentra inmersa la atleta sudafricana Caster Semenya (28) ante el Tribunal Arbitral de Deportes (TAS) en Lausana, Suiza. Todo después de que la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) decidiera en 2018 limitar a un máximo de cinco nanomoles por litro de sangre los niveles de testosterona permitidos en mujeres para competir en 400, 800 y 1.500 metros.
Una medida -aprobada en abril de 2018 y operativa desde noviembre- concebida para regular en dichas disciplinas los casos de hiperandrogenismo, es decir, los de mujeres que, como Semenya, producen de manera natural más testosterona de lo normal en personas de su género. La atleta sudafricana de 28 años nació sin útero ni ovarios, pero tiene testículos internos, lo que explica el funcionamiento hormonal de su cuerpo.
Un desorden de desarrollo sexual no tan extraño (las otras dos del podio de 800 metros en Río, Niyonsaba y Wambui, también tienen hiperandrogenismo) que la IAAF ha decidido combatir imponiendo un tratamiento con estrógenos para reducir la producción endógena de testosterona. O sea, obligando a estas atletas a recurrir a una suerte de dopaje para disminuir su rendimiento y favorecer la justicia deportiva. "Es una regulación discriminatoria, irracional e injustificable que viola las leyes de la IAAF, la carta olímpica y los Derechos Humanos", insiste la propia Semenya, doble campeona olímpica y triple mundial de 800, desde que anunció su recurso de amparo ante el TAS.
Las aguardadas audiencias por ese recurso arrancaron el lunes en Lausana con fuego cruzado entre la IAAF y la defensa de la deportista. Y terminan hoy. La decisión de la IAAF de revelar, vía comunicado y en la primera jornada, la identidad de los expertos citados por el TAS para recomendar el uso de un medicamento capaz de regular el hiperandrogenismo, no sentó bien al equipo jurista de la sudafricana. "Es una violación flagrante de la confidencialidad orquestada con el objetivo de influir a la opinión pública. Con esta regulación, además, la IAAF está intentando de manera errónea y dolorosa determinar las características sexuales de las atletas", denunciaron, antes de hacer público, el segundo día, un listado con el nombre de los diez especialistas que testificarán a favor de la atleta durante un proceso cuyo veredicto se conocerá en marzo.
Suceda lo que suceda con el recurso, la sola participación de deportistas intersexuales (los que presentan, como la africana, características biológicas conjuntamente masculinas y femeninas) o transexuales con resultados positivos en alto rendimiento, seguirá generando suspicacia y debate. Como limitar a cinco nanomoles por litro de sangre el nivel máximo de testosterona permitido a atletas como Semenya en las pruebas que disputa Semenya, mientras la barrera estipulada por el COI para deportistas trans sigue siendo de 10 nanomoles. O que una organización deportiva establezca, tanto en las personas transgénero como en las intersexuales, los límites de la feminidad, de lo que es o debiera entenderse por una "mujer normal".
"Yo apoyo absolutamente el límite de los 5 nanomoles. Más del 95 % de mujeres están por debajo de 1,7. Las mujeres trans suelen bajar de 2 cuando se someten a tratamiento. 10 es mucha ventaja", manifestaba recientemente, Joanna Harper, atleta y doctora trans que asesora al COI y al TAS en disputas como esta. En cambio, Semenya, una mujer distinta por el nivel de su talento, no de su testosterona, sigue empeñada en defender tal y como vino al mundo su corona de reina indiscutible de la media distancia.
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