Sonó la chicharra y Chile seguía presionando en Montevideo. Se cumplieron los 80 minutos reglamentarios y el marcador fijo en un 20-15 en favor de los Teros, que sólo debían resistir el último ataque chileno para celebrar en casa. Pero un penal enviado a la línea de touch entregó a los Cóndores una nueva oportunidad para soñar.
El balón se fue al line out, y de él se formó un maul empujado por todos los forwards nacionales. Empujaron con tanta fuerza que terminaron todos riendo y abrazándose de alegría. El segunda línea Pablo Huete apoyó el último try chileno. Llegó el empate y los abrazos, pero faltaba la patada que definiría todo. Ahí, el fullback Tomás Ianiszewski, que había fallado un par de patadas antes, tuvo la fortaleza mental para patear perfecto, fraguando la hazaña; un notable triunfo por 20-22 en Montevideo, el segundo en la historia del rugby chileno.
Chile llegó lastimado hasta la capital uruguaya. Durante la primera fecha del Sudamericano, Brasil le propinó una dolorosa derrota por 28-12 en Sao Paulo. Había hambre de revancha. Por eso, la victoria frente a los charrúas desató la emoción visitante. Aplausos, abrazos, gritos al cielo y promesas de continuar creciendo como equipo llegaron de inmediato, contrastándose crudamente con el rostro de los locales, que no podían creer lo que había ocurrido, hundiéndose en la amargura.
Lo paradójico es que ayer el quince nacional no presentó su mejor juego. Basado en el ataque de sus delanteros, tomaban el balón y avanzaban, pick and go, agrupando rivales para poder descargar a los backs. No siempre resultó. Uruguay entendió bien el planteamiento de Mark Cross (el head coach nacional), defendiendo de buena forma sus rucks e incluso robando varios balones. Uruguay, en cambió, erró en los pases y también cometió penales.
Las formaciones fijas, tal como en el último Americas Rugby Championship, fueron un problema para los Cóndores. En el scrum, Chile siempre se vio disminuido ante el pack celeste debido, en parte, a la diferencia de peso entre ambos. El line out también fue un suplicio. Allí, Chile desaprovechó la buena estatura de Huete como saltador en algunas oportunidades, aunque paradójicamente fue a través de esta vía que lograron la victoria.
Eso sí, lo más importante en un equipo es su espítiru. Y los Cóndores demostraron tener uno gigante. Incluso con el tiempo cumplido y con el cierre del partido encima, decidieron jugarse todo para romper con la historia. Ahí sí que fueron perfectos, imponiéndose ante un difícil escenario, pues claro, era el clásico sudamericano. Fue, además, el último partido de Francisco de la Fuente, uno de los pocos chilenos internacionales.
Los anales del rugby chileno dicen que la última vez que los Cóndores derrotaron a Uruguay en Montevideo fue el 6 de octubre de 1971, cuando se impusieron en un apretado 11-6. Debieron pasar 47 años para que esa misma alegría se repitiera, con los chilenos abrazándose en casa de los charrúas.