El reloj marca las once y los Araya Ponce preparan el desayuno. Pelotas de fútbol y trofeos adornan la casa. En la mesa hay palta y café. Los asientos se van ocupando de a poco. Aparece Martín (9 años), el menor del clan. Luego ingresan sus ídolos, sus hermanos. Karen (28), segunda capitana de la selección chilena femenina, mundialista, campeona de la Libertadores y exjugadora del Sevilla, se sienta junto a él. Y Bernardo (26), capitán de la Roja de futsal y de Newell's de Argentina, el primer chileno que sale al extranjero como profesional de este deporte, le acerca una paila con huevos.

La camaradería se respira en este hogar de Puente Alto. El desayuno también lo comparten el Bernardo mayor, papá de los Araya Ponce, y Ámbar Soruco, también futbolista, que por estos meses vive ahí, recuperándose de una lesión para llegar a punto al repechaje de Tokio 2020.

Karen y Bernardo son emblemas de disciplinas que están surgiendo, cada una a su ritmo, y que estaban bajo la sombra del fútbol masculino. Desde chicos se recuerdan con una pelota en los pies. Difícil no hacerlo con un papá que siempre los llevó a la cancha. A los dos por igual. Difícil también, viendo el ambiente donde hace algunos años viven: dos multicanchas a pocas cuadras y murales de Colo Colo y Universidad de Chile conviviendo. Para ellos, sin embargo, su equipo favorito no es ninguno de estos. Es, más bien, cualquiera donde juegue uno de los suyos.

Hoy, la segunda hermana mayor de los Araya Ponce, solo menor que Miguel (31), juega en Santiago Morning. Tuvieron que pasar años para que hacer lo que le gusta diera réditos para vivir. Alcanzó el profesionalismo. Sin embargo, ella lo practica desde siempre: "Entrenaba todos los días. Para mí, yo ya era profesional aunque hubiese plata o no".

Karen comenzó jugando con sus hermanos. Al vóleibol, básquetbol o lo que sea, ella iba con ellos. Los demás niños en un principio la admitían, hasta que un día le dijeron que no podía ir más. Bernardo la defendía, pero el problema no era el género: "Los amigos del Berna no me dejaban jugar porque era muy buena". Sencillamente no podían con ella.

El primer equipo de la volante fue Las Mascotas, en El Volcán, su población de origen, creado por su mamá y nombrado así por Karen, la única niña entre las señoras del plantel. En cada campeonato destacaba. Por eso empezó a jugar en el Club Mirador del Maipo y luego en Unión La Calera, donde recibía un incentivo por competir los fines de semana. Le fue bien, saltó a Colo Colo y hasta ganó la Copa Libertadores 2012.

En el torneo continental la vieron desde Brasil y fichó por Audax. Firmó con la condición de que si llegaba una oferta desde Europa, no tendría problemas para partir. Estuvo un semestre y llegó al Sevilla, donde jugó hasta el Mundial de Francia. Hoy disfruta de su familia y de la liga local en el Chago, manteniendo aún la posibilidad de regresar a España. Por estos días, disputa la Libertadores en Ecuador con el club microbusero.

A Bernardo le tocó dar una vuelta más larga para ser profesional del futsal. Empezando porque en Chile no existe tal condición, pese a ser un deporte masivamente practicado, con varios campeonatos en el país y hasta un torneo ANFP con dos divisiones y serie femenina. Hoy vive su segundo año en Newell's de Argentina, que disputa la tercera categoría luego de ascender el año pasado. Es el capitán y el "chileno, chileno", ya se ha coreado en el Estadio Cubierto Claudio Newell, recinto donde juega de local.

Nano no es pionero en el extranjero, pero sí es el primer chileno que se fue con condiciones profesionales: sueldo, estadía y alimentación. Este año Newell's también cuenta con los nacionales Renato Martínez y Bilan de la Paz en su plantel. Y ahí está la importancia de Araya. "El año pasado era el único afuera y ahora hay tres. Los clubes argentinos preguntan por chilenos. Me dije que tenía que hacerlo bien, quería abrir el mercado", dice.

Pero para lograr su estado actual, Bernardo tuvo que enfrentar algunos rechazos. Se probó para entrar a cadetes de equipos en los que no le fue bien. Entró a estudiar educación física y en segundo año conoció el deporte que le cambió la vida. El dinamismo con que se practica el futsal le llamó de inmediato y decidió emprender un camino en la cancha de cinco contra cinco. "No sabes qué va a pasar hasta que suena la chicharra", cuenta Bernardo. Jugó por Palestino y ganó dos torneos nacionales (2013 y 2014). Se propuso profesionalizar su disciplina. Colaboró organizando los campeonatos ANFP hasta que le llegó la oferta de Argentina.

Los triunfos de un hermano son sentidos como propios por el otro. Orgullo es una palabra que ocupan regularidad. Siempre se han apoyado y vibran con los partidos de Newell's y Santiago Morning. Tanto a Karen como Bernardo se les iluminan los ojos cuando recuerdan su camino.

"La sigo desde que empezaron. Karen siempre fue un ejemplo, porque el fútbol femenino era muy mal mirado. Tuvo el valor de seguir. Mi viejo hacía malabares para comprarle zapatos de fútbol, ahorrábamos 500 pesos todos los días. Darte cuenta que es profesional es un alivio y una alegría por su esfuerzo", dice Bernardo.

Perseverante

Para Karen el sentir es el mismo. "Le digo que yo me siento perseverante, pero él la cagó. En algún momento quería parar, pero empezó con el futsal y ahora digo con orgullo que mi hermano juega en la selección y que es el capitán".

La conexión entre ambos es fuerte. "Lo veo en la cancha y sé qué le pasa", dice Karen. "Hablamos siempre después de cada partido", añade Nano. Así fueron criados y ellos han sabido valorarlo. Ni rechazos ni discriminaciones los detuvieron. Hoy representan a Chile, a Puente Alto y a su familia, pero comparten felizmente su mesa, su desayuno y sus historias.