La pena que se transformó en su motor: el máximo sacrificio de María José Mailliard

La piragüista nacional, que ya está en semifinales de su categoría, perdió a su abuela mientras entrenaba en Rusia de cara Tokio 2020 Su duelo la hizo trabajar aún más fuerte y sin descanso, en búsqueda de una medalla que Chile no ha podido atrapar.



En el soleado Canal Sea Forest, los aires industriales de Tokio se combinan con el color de las canoas y los kayaks de varios competidores que en las distintas modalidades, intentan acercarse a las medallas. La nacional María José Mailliard, con buen rendimiento, supo meterse en semifinales de los 200 metros en la canoa individual, que disputa esta tarde-noche, a las exactas 20.44 horas de Chile.

Lo hará en el carril número 1 de la primera serie, donde deberá llegar entre las cuatro primeras de Tokio 2020. De lograrlo, el premio es un lugar en la final, donde compiten las ocho mejores del planeta

Mailliard pasó por el drama de perder a su abuela mientras estaba preparándose para Tokio. Después del repechaje, al bajarse de la canoa, contó entre lágrimas su duelo: “Han sido unos Juegos muy complejos. Perdí a mi abuela. No pude despedirme de ella. Solo espero dar mi cien por ciento en lo que queda de competencia para que todo haya valido la pena”.

Fue en mayo cuando la nacida en Quintero dejó Chile para viajar a concentrarse en Rusia, donde obtuvo tres medallas mundiales. Antes se despidió de ella con la ilusión de verla en Tokio junto al resto de su familia, con su abuela como la hincha número uno. Luego, el gobierno japonés decretaba que la cita olímpica seguiría en pie, pero sin público. Su abuela, agotada por los efectos del encierro de la pandemia, sufriendo depresión, pero muy lúcida, sabía entonces que sería la última vez que vería en persona a su nieta. “Yo le decía que había una razón para vivir, que era ver a la Cote compitiendo en unos Juegos Olímpicos, pero ella, muy apagada, decía que no, que mejor de otra manera iba a estar allá, empujándole la canoa en Tokio”, cuenta María José Rodríguez, madre de la deportista.

La chilena, desde su concentración en Rusia, recibió el llamado de su madre el día que la abuela comenzó a sentir dolores. Mailliard la vio morir por videollamada, lejos de casa y en medio de regímenes muy estrictos de entrenamiento. Su entrenador, Evidio González, le propuso que se tomara días libres, idea que ella rechazó. “No se tomó ningún descanso. Su pena la impulsó a trabajar más fuerte y entrenó más duro que nunca”, relata la madre.

María José Mailliard
Foto: Team Chile

Además, se contagió de Covid en abril: “A pesar de agarrarse el virus, de tener dificultades al respirar, no dejó de entrenar, con las pesas y el simulador en el departamento. Solo una vez tuvo que parar. Hubo una noche que estaba muy mal, con fiebre altísima y dolores”, cuenta su pareja, el kayakista colombiano Raúl Bahamón.

Mailliard le avisa a un país que ha quedado ad portas de conseguir una medalla, con las actuaciones en el golf y en la lucha grecorromana, que ella, atravesando adversidades, tiene opciones reales de acabar con una sequía que se arrastra desde Beijing 2008: “Vine el 2019 a probar la pista, sabía que las condiciones son muy difíciles. El viento favorece a quienes reman por la derecha, yo lo hago por la izquierda, pero eso no se puede cambiar y tengo que adaptarme. Las posibilidades de podio son reales. Clasifiqué como cuarta del mundo, no recibí ninguna invitación. En una prueba de velocidad me hace ser posible medalla”.

Con el recuerdo de su abuela, Mailliard saldrá a las aguas saladas de Tokio por un cupo en la final. Y quizás por algo más valioso.

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