La apuesta táctica de Martín Lasarte superó las expectativas. El técnico uruguayo copó el mediocampo, ejerció una presión alta sobre el modesto cuadro albirrojo. Y aunque careció de profundidad en el primer tiempo, tuvo la posesión suficiente para sacar la tarea. El planteamiento del equipo explotó las bandas y le entregó el suficiente orden táctico a Sánchez para convertirse en permanente agente de ataque. Al final, las pelotas detenidas hicieron la diferencia a favor, al contrario de procesos anteriores.
Sánchez como 9
Al contrario de otras jornadas, Alexis Sánchez jugó como centrodelantero en Asunción por expresa disposición del entrenador de la Roja. El tocopillano se retrasó menos que en otros partidos, fue peligro constante para los centrales del adversario y en muchas imágenes de duelo se vio batallando, mano a mano, la pelota con la última línea del rival. El Niño Maravilla mantuvo el orden táctico, no se desesperó en buscar la pelota y fue un activo agente de peligro para el equipo chileno, con o sin la pelota.
Presión alta
Paraguay le cedió, ex profeso, la mitad de la cancha al cuadro chileno. En muchos pasajes del encuentro la línea de tres en el fondo que ensayó Lasarte se paró en el lado de la cancha del rival. Sin embargo, el atrevimiento fue poco productivo, encima quedaba mucho espacio a las espaldas de los zagueros chileno, una invitación constante para las pretensiones del cuadro local que tampoco tuvo las luces necesarias para aprovechar el evidente espacio que dejó Chile en las espaldas.
Posesión sin profundidad
El equipo chileno monopolizó el balón en el Defensores del Chaco. Después de la primera mitad, la escuadra de Machete tuvo más del 70% de la posesión del balón. Sin embargo, esa hegemonía no pudo traducirse en juego vertical. La Roja trasladó demasiado el esférico, pero sin la profundidad necesaria para inquietar al meta Tony Silva. En ese escenario, la selección visitante priorizó tratar de abrir la cancha más que lograr algún pase filtrado por el centro que pudiera sorprender a los guaraníes que intentaron ser más directos en su juego, pese a la precariedad de su juego. Mucho toque insulso, escasos cambios de velocidad en el medio y pocos remates al arco para los chilenos, solamente los dos que intentó Arturo Vidal en el segundo tiempo. Esa, precisamente, fue la tónica para la Roja hasta que salió el tanto de Sánchez, la bisagra que cambió completamente la pizarra del encuentro disputado en la capital asunceña.
Marcelino en la banda
Una de las grandes sorpresas del esquema chileno fue la presencia de Marcelino Núñez como reemplazante de Mauricio Isla, contacto estrecho por Covid-19. La presencia del volante de Universidad Católica trajo consigo más ventajas que apreturas. Fue constante agente de preocupación para los paraguayos, llegó a la línea de fondo en un par de ocasiones e intentó cambiar de frente cada vez que tuvo la oportunidad. Si bien no tiene el oficio del zaguero, el oriundo de Colina pasó la prueba, pese al par de veces que lo exigió Miguel Almirón, el más talentoso de la pobre escuadra albirroja.
Pelotas detenidas
Al contrario de otros procesos, las jugadas tácticas en los balones detenidos han sido una de las principales armas en la era de Martín Lasarte en la banca de la Roja. Principalmente por dos factores, grandes ejecutores y una generación de jugadores con mucha altura, por sobre el metro y 90 centímetros de estatura en promedio. Cada lanzamiento de esquina fue una llamada de atención para los paraguayos, tanto para defender como para luchar la pelota arriba contra los espigados chilenos. Es más, el único tanto del encuentro nació de un cerrado córner lanzado por Alexis Sánchez.