Universidad Católica obtuvo ayer un valioso triunfo frente a Gremio. El 1-0 en San Carlos de Apoquindo permitió que los cruzados sumaran su sexto punto en la Copa Libertadores y que, junto con Libertad, encabecen la tabla del grupo H. Lo más importante para el objetivo estudiantil en el torneo continental es la ventaja que le sacan a Rosario Central y a la escuadra brasileña, que suman apenas un punto, con miras a la eventual clasificación a la siguiente fase del certamen.

Para ganarle al equipo de Porto Alegre, Gustavo Quinteros no dejó detalles al azar. Cada uno de los movimientos obedeció a una estricta planificación que consideraba virtudes y falencias propias y ajenas. Los jugadores cruzados recibieron una información completa respecto del rival y, fundamentalmente, de los roles que debían cumplir en cada situación de juego.

Un aspecto al que Quinteros le dedicó una especial preocupación fueron los balones detenidos, como revela la planilla que quedó pegada en el camarín de San Carlos de Apoquindo. Así, por ejemplo, para el caso de los tiros de esquina a favor, estaba decisivo que José Pedro Fuenzalida y César Pinares iban a ser los ejecutantes, dependiendo del sector desde el que saliera el envío. Los receptores también tenían lugares definidos. En el área debían estar los centrales Germán Lanaro, Benjamín Kuscevic y Luciano Aued, los más altos del equipo, y los delanteros Sebastián Sáez y Edson Puch. Los rebotes (o la 'segunda pelota', como suele denominarse en el fútbol) eran responsabilidad de César Fuentes. Más cerca de zona propia, con la misión de custodiar un eventual contraataque, la obligación era para Juan Cornejo y Stefano Magnasco.

Si el lanzamiento de esquina era en contra, las responsabilidades también estaban claramente definidas. Stefano Magnasco debía cubrir el primer palo; Sáez, el vértice del área, Pinares quedar atento a los rebotes y Puch, a iniciar la carga rápida. Las parejas en el centro del área también tenían nombres: Lanaro debía ir sobre Geromel; Kusevic tenía que marcar a Kannemann; Aued a Michel; Fuenzalida, a Leo y Cornejo tenía que tomar a Tardelli.

En caso de que se produjera un tiro libre ofensivo lateral, el esquema era similar al del córner ofensivo: Fuenzalida o Pinares serían los ejecutantes y al área y en la recuperación los roles serían para los mismos que en el servicio de esquina a favor. Si el lanzamiento era en contra, Pinares y Magnasco o Puch conformarían la barrera, Sáez iría al vértice, Fuentes estaría atento a los segundos balones y las marcas al resto de los jugadores se realizarían en zona.

Otra de los aspectos que deja clara la planificación de Quinteros es que el dueño absoluto de los tiros libres con opción de gol a través de un remate directo es Pinares.

El plan funcionó virtualmente a la perfección, pues la UC no sufrió contratiempos en los aspectos a los que Quinteros le había dedicado más atención. Eso sí, el gol cruzado provino de un balón en movimiento, aunque igualmente en una fórmula a la que el equipo de Las Condes apela constantemente: una acción iniciada por Pinares, que continuó con un carrerón de Magnasco por la banda derecha y un centro que Sebastián Sáez capitalizó para el delirio de los fanáticos estudiantiles que llegaron a San Carlos de Apoquindo. Nada es casual.