La primera vez sin los tres motores
Desde que se adueñaron del mediocampo hace 49 partidos oficiales, la Roja nunca había jugado sin Vidal, Aránguiz o Díaz. Preocupa, pensando en el próximo rival: Brasil.
Tite camina por una de las canchas de entrenamiento del complejo que posee Sao Paulo en el sector de Barra Funda con la tranquilidad de quien sabe que la tarea está hecha. Y más que bien hecha. Su selección brasileña hace rato sacó pasajes para ir a Rusia y sólo le resta el último pasito en estas Eliminatorias. Nada menos que ante Chile. Un partido que los hinchas esperan sea una fiesta. Y los jugadores parecen experimentar lo mismo, más allá de que en sus declaraciones guarden la compostura. Bastaba ver ayer cómo se divertían Neymar, Dani Alves, Coutinho y Gabriel Jesús, para comprender el estado de ánimo que se respira en el Scratch.
A un par de miles de kilómetros, Juan Antonio Pizzi vive todo lo opuesto a Tite. Ni siquiera el balón de oxígeno que representó ganarle a Ecuador, que le permitió a la Roja ubicarse momentáneamente en el tercer lugar de la tabla, en zona de clasificación directa, parece suficiente para sacarle tensión a un técnico que sabe que no tiene margen de error. Menos ante la que es hoy en día la mejor selección de Sudamérica. Con posiblemente el futbolista en mejor estado de forma como Neymar. Y con un problema a cuesta no menor: formar un mediocampo sin Arturo Vidal, suspendido; Charles Aránguiz, lesionado; ni Marcelo Díaz, exiliado.
Desde que ellos tres tomaron el control del equipo, bajo la batuta de Jorge Sampaoli en marzo de 2013, más allá de haber coincidido en algunas nóminas con Claudio Borghi, la Roja jamás prescindió de los tres al mismo tiempo. La Selección alcanzó niveles de juego excepcionales ante los más enconados rivales, con ellos como principales actores. Los títulos y elogios se sucedieron ante la mirada sorprendida del continente y también de buena parte del mundo futbolístico.
Quizás si el momento más delicado fue en la Copa Centenario, específicamente en la semifinal ante Colombia, cuando Pizzi sólo contó con Aránguiz. Pero su presencia bastó para mantener el equilibrio y el poderío de una zona clave, lo que terminó dándole al combinado nacional el pase al partido definitorio frente a los albicelestes. Ni antes ni después, Chile se dio el lujo de jugar por los puntos con los tres fuera de la cancha.
Más allá de que en determinados momentos a este trío se les unió un cuarto intérprete, como fue Jorge Valdivia en la Copa América 2015 o Pablo Hernández en la Copa Confederaciones, siempre quedó claro que el equipo partía por ellos tres. De hecho, en la Copa Centenario, Pizzi privilegió mantener el triángulo cuando estuvieron los tres sanos y disponibles, ubicando a José Pedro Fuenzalida como un falso extremo para colaborar muchas veces en la recuperación.
Esta vez, ante Brasil, justo en el momento en que está en juego la clasificación al Mundial de Rusia, Pizzi se encuentra con esta situación inédita. La misión de rearmar una zona tan delicada no parece fácil. Principalmente porque siempre se habló de que no existían los reemplazantes idóneos para los tres mosqueteros. Es cierto que Hernández y Valdivia están a disposición del técnico. Y que Silva parece número puesto para mantenerse como mediocampista central. La duda que surge es cómo va a completar el mediocampo, tomando en cuenta que los dos primeros terminaron visiblemente agotados el partido ante Ecuador. Tanto el Tucu como el Mago sintieron el peso del partido, después de los 60 minutos, ante una selección ecuatoriana que era visiblemente inferior.
Ahora, ante Brasil, con posiblemente varios de los mejores volantes mixtos del mundo, la tarea de ellos asoma como de máxima complejidad. Si ya lo era para Díaz, Aránguiz y Vidal, todo parece potenciarse en esta circunstancia, con los habituales suplentes saltando a la cancha.
La última palabra la tendrá Pizzi a la hora de conformar el equipo. Habrá que ver si se decide a incluir un tercer delantero y mantener un triángulo con Silva, Hernández o Valdivia. O si entendiendo la debilidad que significa prescindir de los tres mosqueteros, incorpora un cuarto mediocampista para no regalar espacios, sobre todo por los costados. Una duda que comienza a sobrevolar por Juan Pinto Durán desde la misma noche del jueves. A un par de miles de kilómetros, acá en Sao Paulo, Tite sólo ríe. Y disfruta del relajo de un equipo que ya tiene la mente en Rusia.
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