El alero de los Cavaliers de Cleveland, LeBron James, volvió a ser el gran centro de atención al concluir el cuarto partido de las Finales de la NBA que su equipo perdió por 85-108 ante los Warriors de Golden State, que lograron así el título por 4-0, al confirmar que había jugado los tres últimos encuentros de la serie con la mano derecha "prácticamente rota".
James explicó que se produjo la lesión en el vestuario, al término del primer partido que perdieron en el Oracle Arena en tiempo de prórroga por 114-124 y que de alguna manera marcó el resto de lo que fue la serie, de dominio de los Warriors.
James, de 33 años, que esta noche pudo haber jugado su último partido con los Cavaliers, insistió en que tenían la gran oportunidad de haber conseguido la victoria y lo que eso hubiese significado.
"Habíamos hecho un buen baloncesto, pero se sucedieron las decisiones de los árbitros y me molestó que nos arrebatasen un partido que teníamos ganado. La realidad es que al final dejé que mis emociones me invadiesen y cuando llegué al vestuario sucedió lo que sucedió", admitió.
James no desveló si había golpeado la pizarra del vestuario donde el entrenador explica la estrategia a desarrollar por el equipo.
"Simplemente, al final me tocó jugar los tres últimos partidos con la mano derecha casi rota", admitió James, que después de haber conseguido 51 puntos en el primer partido en los demás ya no pudo ser factor decisivo.
James se sometió a dos resonancia magnética (MRI) durante la serie y usaba un molde especial cuando no estaba entrenando, jugando o a la vista de los periodistas, pero durante la rueda de prensa sí apareció con la mano derecha protegida.
Al margen de haber confirmado su lesión, James admitió que los Warriors habían sido unos merecidos campeones porque fueron superiores como equipo.