Hace apenas nueve meses, Mario Salas reunía el consenso necesario para sacar a Colo Colo de su mal momento deportivo. El DT llegaba en diciembre de 2018 con un discurso que ilusionaba al hincha. Sin embargo, los números no lo han acompañado y la relación con sus dirigidos es distante: es la fisura entre Salas y su plantel. Para colmo, los mismos fanáticos que lo pedían, hoy exigen a gritos su salida, como quedó demostrado luego del partido frente a Cobresal.

"Conocí gente que me hizo crecer en cuanto a mi forma de liderar y de relacionarme con mis jugadores. Aprendí mucho de los futbolistas. Estuve con líderes", afirmaba el técnico sobre su paso por Perú, el día en que fue presentado en el Cacique.

Justamente, el manejo con los jugadores es algo que se cuestiona en Macul. El entrenador ha debido lidiar con un camarín con varios jugadores mayores de 35 años: Jaime Valdés (38), Jorge Valdivia (36), Esteban Paredes (39) y el desvinculado Agustín Orión (39). De hecho, el arquero argentino optó por salir luego de que Salas le dijera que era la última alternativa. La forma en que el DT se lo comunicó no gustó. Y una señal clara fue la presencia de los referentes en la recordada conferencia del arquero.

En el entorno del técnico comentan que este no entiende que los históricos tengan tanto peso y no se circunscriban a lo que busca el estratega, quien durante todo el primer semestre no consideró mayormente a Valdés, quien tras el irregular nivel del equipo, se ganó un lugar entre los titulares.

Hay varias voces que señalan que entre los más grandes molesta la retórica del Comandante, cuyo discurso es amplio en conceptos, pero en la práctica está lejos de serlo. En definitiva, mucho ruido, pocas nueces.

Sin ir más lejos, hay jugadores que están confundidos con el planteamiento del DT. "No lo entienden ni tienen claro a qué juega, sobre todo los más jóvenes", cuentan en Macul.

También está el caso de Iván Morales, a quien el DT borró en medio de versiones de indisciplina. Sus agentes buscarán sacarlo del club en diciembre, pues entienden que con el viñamarino sus chances de jugar son nulas.

En Pedreros también enumeran una serie de episodios que han hecho ruido en la interna. Desde el día en que Salas entró descalzo a la cancha del Monumental, pasando por los primeros entrenamientos en los que ocupó un megáfono para repartir instrucciones.

También inquieta la excesiva atención que el técnico presta a lo que dice la prensa. De hecho, en una conferencia ingresó con una pizarra y, recurriendo a su cartón de profesor, comenzó a interrogar a los periodistas sobre las fases del ataque. Este acto no cayó bien en la dirigencia que aún encabezaba Gabriel Ruiz Tagle.

Algunos directores de Blanco y Negro no entienden la situación de Pablo Mouche, el gran refuerzo de los albos para esta temporada. "Pablo es uno de los mejores refuerzos de este campeonato y seguirá siendo un gran jugador, no dejará de ser eso porque juegue o no. Son decisiones técnicas, pero sigue teniendo la misma confianza desde el minuto inicial y es muy importante para nosotros", decía Salas la semana pasada. Sin embargo, el transandino fue relegado a la suplencia.

La preocupación en la mesa está instalada. Los cambios que últimamente ha realizado el entrenador y la falta de plan B para revertir situaciones adversas tienen en alerta a la mesa, aunque por el alto costo (US$ 1 millón), su salida por ahora no se ve probable.