Luego de aplazamientos, dudas y piques, la histórica final vasca tiene dueño. La ganó la Real Sociedad gracias a un penal convertido por Oyarzabal en el 66′. Después de 34 años los de San Sebastián vuelven a ser reyes, con el valor extra de hacerlo frente a sus archirrivales, el Athletic de Bilbao.
Bajo el hermetismo propio de un estadio vacío, se jugó la postergada final de la Copa del Rey 2020. Una con un aire distinto, ya que en la cancha la jugaban dos equipos vascos. En el césped de La Cartuja se hablaba en euskera, algo que por primera vez se daba en la instancia definitiva del torneo. La significancia del encuentro la asumían los jugadores, quienes buscaban con garra y fútbol decir quien reinaba no solo en el País Vasco, sino que también en España.
Los de San Sebastián fueron mejores, pese a que los leones siempre hicieron daño cuando tuvieron la pelota. En ese ida y vuelta llegó la falta de Iñigo Martínez en el minuto 66′. El que fuese emblema del txuri-urdin por muchos años, bajó a Portu en el área y dejo a tiro la ventaja de los donostiarras.
Desde los doce pasos el encargado fue Mikel Oyarzabal, seleccionado español y gran figura del equipo de Imanol Alguacil. El volante de 23 años convirtió y marcó historia. Esa mínima superioridad la defendieron a muerte, bajo la lluvia que caía sobre Sevilla. Al final lo intentó el Bilbao, pero ya estaba todo escrito. La Real Sociedad iba a recibir el título de manos de Felipe VI.
Ahora el Athletic mastica la derrota, pero con el tranquilidad de poder tener su revancha en catorce días. Porque este mundo extraño, pandémico, tendrá una nueva final de Copa del Rey en dos semanas, en este caso la del año correspondiente. Ahí el rival será otro, ya que en frente estará el Barcelona de Messi. No es final vasca, pero es un partido bravo, contra un equipo al que ya le ganaron en la Supercopa hace dos meses. Los Leones se van tristes pero concretados. La Real se queda celebrando y contenta, son monarcas después de 34 años, festejando frente a sus rivales de toda la vida.