Fue duda hasta último momento. Incluso hace una semana todo parecía indicar que Alexis Sánchez no iba a poder sumar siquiera un minuto en esta Copa América. Pero el tocopillano es porfiado. Lo ha demostrado con su juego y con sus ganas de ganarle a la vida. Apuró su recuperación y arriesgó con tal de estar ante Brasil. Y pese a que su cuerpo aún sentía las molestias de la lesión muscular de plantar delgado, el Maravilla luchó con los dientes apretados y sin reclamar. Aguantó todo con tal de volver a ponerse la camiseta de la Selección.
Cantó el himno con la 10 en la espalda. Una postal que no solo representaba el actual liderazgo de Alexis en el equipo, sino que también su nuevo rol. Hoy ya no es ese jugador que pegado en la banda causaba estragos con su velocidad. Hoy Alexis es más medido, pero no por eso menos peligroso. De sus pies se gestó todo el juego chileno.
Cada vez que el equipo de Lasarte buscaba el arco rival, el Tocopilla levantaba los brazos. Quería ser parte, y es que ya había sufrido mucho teniendo que ver la fase de grupos por la TV. Esa ausencia obligada lo motivaba a ir más allá, sin importar las patadas, ni los tirones. Y es que Brasil muchas veces buscó bajarlo para detener el peligro. Cada vez que giró, allá fueron los amarillos a cortar el paso.
Hoy pese a que el equipo no anotó mientras estuvo en cancha, sí fue más claro en la labor ofensiva. Sánchez es la diferencia. Su juego creativo le da dinamismo al ataque chileno, mientras que presencia desordena a las defensas rivales. Algo que tanto se echó de menos en la fase de grupos.
Por eso cuando a los 40′ comenzó a cojear, la atención total de los chilenos se posó en el jugador del Inter. En esos últimos minutos de la primera parte, lo más importante era seguir la silueta del nuevo 10 de La Roja. No estaba bien. No podía correr y el gemelo se le resentía.
Y cuando Chile volvió a la cancha para los últimos 45′, Alexis ya no estaba ahí. Su cuerpo no pudo más y lo dejó de nuevo fuera de combate. Algo que Chile resintió, incluso más que el gol de Paquetá. Sin él sobre el césped, los ataques nacionales perdieron creatividad y sorpresa.
Pese que las más claras estuvieron cuando el ex United ya miraba el encuentro desde la banca, el equipo no pudo volver a ser protagonista. Faltaba el revulsivo, el distinto.
Pero contra Brasil, lo mejor de Sánchez no fueron sus pases ni su capacidad aeróbica. Fue su rebeldía y liderazgo. Demostró que pese a todo sigue amando este deporte y que está dispuesto a dejar a su cuerpo en segundo plano con tal de ayudar al grupo. La esencia del nuevo 10 es combativa y ejemplar. Hoy le dio una lección a compañeros y fanáticos. Para él, Chile es lo primero. Todo lo demás no importa.