El Australian Open es un Grand Slam especial. Su lugar en el calendario, su esencia playera y sus particulares climas hacen del torneo que se lleva a cabo en Melbourne un evento único, tanto en lo positivo como en lo negativo. Una de estas últimas aristas es el extremo calor al que se enfrentan los jugadores cuando entran a las tradicionales pistas celeste.
Esa precisamente fue la postal de la jornada del día martes. Los más de 35 grados que azotaban la costa este de la isla oceánica complicaron a los tenistas que buscaban su paso a la segunda ronda del Grand Slam al punto de que en un momento las pelotas amarillas dejaron de cruzar las mallas.
Fue una acción que se produjo en un corto plazo de tiempo sobre todas las canchas no techadas de Melbourne Park y que fue explicada por cada árbitro que estaba trabajando en esos momentos: se estaba llevando a cabo la regla del calor extremo. ¿Pero a qué se refiere aquella medida?
“La escala de estrés por calor del AO ha llegado a 5 y la acción se suspende en las canchas exteriores. Esto significa que el juego continúa hasta el final del game o hasta la finalización de un desempate. No se llamarán nuevos partidos a la cancha. También se suspende el juego en las canchas de práctica al aire libre”, fue la explicación que entregó el torneo en sus redes sociales.
Algo que precisamente afectó a Nicolás Jarry, quien en ese momento se encontraba disputando su duelo ante Miomir Kecmanovic en la cancha seis del recinto australiano. Iban 3-3 en el tercer set y llevaban 1 hora y 35 minutos de partido cuando se fueron a los camerinos. La espera para retomar el encuentro se prolongó por más de dos horas.
La medida se utilizó por primera vez en 1993 y en este 2023 además de Jarry afectó a otros cuatro sudamericanos que se encontraban jugando: Diego Schwartzman, Pedro Cachín, Facundo Bagnis y Daniel Galán.