2020 ha sido un año terrible para Arantza Villalón. Tras ganar la Vuelta a Colombia el año pasado, transformándose en la primera corredora extranjera en conseguirlo, esta temporada proyectaba el despegue en su carrera, con una posible participación en Tokio 2020 (Chile debe definir el cupo olímpico femenino) y los proyectos que viene desarrollando en el país caribeño, junto al equipo Avinal GW-Carmen de Viboral.
Pero la pandemia frenó todo. Sin competencias, sin poder salir del país y enclaustrada en casa a raíz de las restricciones sanitarias, la campeona bolivariana de contrarreloj se mantuvo acumulando kilómetros sobre un rodillo, intentando emular el trabajo en ruta que acostumbraba para estar lista cuando la situación mejorara. Por ello hoy defiende la corona de forma especial.
Estuvo a punto de quedarse abajo, tras problemas con la burocracia de su federación y el COCh, aunque finalmente a última hora autorizaron su viaje. Ahí, se fue a la Cordillera de Los Andes a prepararse para la altura, donde hoy pudo comprobar qué tanto le sirvió. Por eso corrió cuidándose, pensando en todo lo que pasó para llegar hasta el departamento de Boyacá, donde la carrera se correrá por completo este año. La estrategia tuvo resultados, pues terminó 31ª, a 17 segundos de la líder, Yeny Colmenares (1h 12′12″).
La etapa unió en 51 kilómetros a Cómbita y Tibososa, en una carrera plana, que se definió en un embalaje en los 200 metros finales. No estuvo excenta de caídas, fragmentando el pelotón en varias oportunidades. Aranza salvó ilesa gracias a su estrategia. Para mañana correrá la contrarreloj, prueba en la que se hizo gigante el año pasado, cuando en la penúltima etapa superó a la líderes de hasta ese entonces, Camila Valbuena y Natalia Muñoz.