Noelle Barahona tiene 28 años, pero lleva ya más de una década siendo la mejor exponente chilena del esquí alpino. No en vano, en toda la historia del país, nadie ha tomado parte en tantos Juegos Olímpicos de Invierno como ella, porque nadie, seguramente, ha dedicado tanto tiempo, pasión y esfuerzo al deporte rey de la mayor competencia planetaria de disciplinas de hielo y nieve que se celebra en el mundo.
Más de media vida lleva la deportista santiaguina, hija de un velerista olímpico y de una windsurfista profesional, compitiendo sobre los esquís. Con 14 años, de hecho, ya había logrado su primera clasificación a una cita de los anillos, los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín 2006, en los que participó con 15, siendo la competidora más joven de cuantas estuvieron presentes en el certamen.
A la justa italiana siguieron otras tres presencias consecutivas en Juegos; Vancouver 2010 (donde firmó su mejor resultado hasta la fecha, un 28º puesto), Sochi 2014 y Pyeongchang 2018, escenario donde completó, el pasado febrero, su particular póker de participaciones en el prestigioso megaevento. "A nosotros nos costó mucho llegar hasta acá, pero ojalá todo esto sirva para pavimentar un poco el camino a las generaciones que vienen", proclama, consciente de su legado, la atleta, que cursa estudios de Ingeniería Comercial en la Universidad Andrés Bello.
Una deportista apasionada que entrena ya con la vista puesta en Pekín 2022. Una pionera que no se cansa de marcar el camino. La reina de las nieves.