La reinvención de Makarena Pinto

Makarena Pinto

La gimnasta nacional se las rebusca para emprender en la pandemia. Quedó cesante, su club sufre la ausencia de alumnas, y la venta de sus cajas sorpresas asomó como su sustento.



Terminaba el Día del Niño y Makarena Pinto (32) sacaba cuentas positivas gracias a la pyme que la mantiene ocupada estos días. La gimnasta nacional vende cajas sorpresas para regalar en días especiales, con lo que aliviana la carga en tiempos difíciles. Laboralmente, el Covid-19 la perjudicó. Deportivamente, también. Hoy se reinventa mientras que a la vez se hunde en el encierro aún sin poder entrenar. Relata sus meses bajo pandemia, explica su lucha, y grita injusticia.

“Con el coronavirus, mi vida cambio un cien por ciento. No pude seguir con mis trabajos y entrenamientos. Yo salía a las siete de la mañana y volvía casi a las diez de la noche. Lo que más rescato es estar harto con mi hijo, pero en el lado malo perdí mi trabajo y los entrenamientos”, parte relatando la gimnasta.

Además de su vida como deportista, Pinto es profesora de Educación Física, pero el poco tiempo que le dejan sus propios entrenamientos la tenía trabajando solo en talleres de gimnasia. Con la pandemia, su trabajo como docente se acabó junto con las boletas con las que cobraba. “No alcanzamos a entrar, me echaron”, cuenta.

Lo que sigue vigente es su club de gimnasia, aunque a medias. “Lo tengo hace cinco años. Tenía un staff de profesores con los que hacíamos clases tres veces a la semana. Era totalmente formativo y recreativo. Traté de mantenerlos a todos, porque son mis profes de trabajo. Por el lado económico, me daba lata dejarlos sin trabajo. Las alumnas bajaron, obviamente el sueldo baja y tuvimos que acomodarnos y adaptarnos. Con las pocas niñas que tengo les pago a los puros profes y yo no saco para mí”, dice.

“Habíamos abierto una sede. Había empezado a pagar arriendo, invertimos en el local, pedimos un crédito y ahora tendremos que devolverlo. Toda la inversión se fue abajo. Pero yo soy súper humana. Aunque sea necesario, no he despedido a los profesores. Muchos están igual que yo y no tienen más trabajo. Hay una profe que es venezolana y solo trabaja conmigo. Paga arriendo, tiene que comer, y no la puedo dejar sin trabajo, porque ahora menos va a encontrar”, agrega.

En ese contexto, nace el emprendimiento al que se dedica estos días. “Le llamo cajas sorpresas. Son de regalo para cualquier ocasión. Cumpleaños, aniversarios, lo que sea. Para el Día del Niño trabajamos harto. Nos acostamos como a las cuatro de la mañana. También tengo las cajitas gourmet para adultos. Vienen con vino o cerveza, y cosas para picar. De a poco me he ido dando a conocer”, comenta.

Los productos principalmente son comprados, aunque ella misma prepara los sándwich. Hasta ahí, todo fácil. El problema llega en el reparto. Cuando Lampa, donde vive, estaba en cuarentena, debió arriesgarse para seguir con el proyecto. Lo toma con humor. “Cuando me tocaba repartir decía que iba al súper ja, ja… por lo menos ahora salí de cuarentena y es más fácil. Los días que no se podía, sacaba el permiso para ir al supermercado y rezaba. Por suerte nunca me han parado los carabineros”, admite.

Fue en esta dinámica, donde con su auto debió realizar un freno y desvío digno de una película de carreras. “Una vez iba a dejar un encargo, cuando me di cuenta de que estaban más adelante. Doblé una cuadra antes. Me salvé”, recuerda. Hoy ya reparte con mayor tranquilidad.

Grito de desigualdad

En los negocios, Makarena Pinto parece encontrar una buena salida y soporte para afrontar estos meses. pero en el deporte, todo marcha mal. La gimnasta no fue seleccionada para volver a entrenar con los permisos, a diferencia de sus compañeros. “No sé cuándo puedo volver a entrenar. No me han dicho nada. De las que íbamos al Panamericano hay tres que están entrenando, contando a Tomás González, y yo todavía no puedo volver. Al principio estaba entrenando sola el físico en mi casa. Ahora estoy trabajando con el preparador físico Vicente Ormazábal. Entrenamos por Zoom. Lo único que podemos hacer es mantener el físico”, cuenta.

“Las autoridades no me han apoyado en nada. No he recibido ninguna llamada, no me han dicho cuándo podría volver a entrenar, no me han apoyado con implementos… nada. Todavía no hay fechas, pero viene el Panamericano que se suspendió porque ese era clasificatorio para Tokio. Está difícil la clasificación, pero sí debería ir a esa competencia. No sé por qué no estoy en la lista de los permisos. Me da pena y lata no estar. Al final nunca te reconocen. Es como que no existiera, no soy VIP”, lamenta, entre humor y dolor.

La seleccionada nacional enfrenta un difícil momento a sus 32 años, alejada de su pasión. Eso sí, se siente cada vez mejor. ¿Su gran objetivo a futuro? Los Juegos Panamericanos de Santiago 2023, para los que espera poder prepararse pronto. Y no cierra la entrevista, sin un último análisis al deporte en el país. “Falta cultura deportiva. Falta que confíen más en los deportistas. Y falta más igualdad de condiciones, que la ayuda sea para todos por igual, que se nos dé la misma oportunidad e importancia. Te hacen sentir que das lo mismo. Falta apoyo igualitario”, sentencia.

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