Cristián Zavala tenía apenas 14 años cuando debió afrontar uno de los golpes más duros que un futbolista joven puede recibir. Al infantil delantero le comunicaron que no seguiría en Colo Colo, el club en el que había desarrollado la primera parte de su formación y en el que había compartido con varios jugadores que siguieron un camino más regular hasta llegar al primer equipo, como Carlo Villanueva e Iván Morales. Ni él ni sus compañeros entendieron la decisión. “Recuerdo que, en la Sub 14, el Benja Jerez, en un entrenamiento cualquiera, me dijo ‘te apuesto que al Zavala lo van a tener que comprar después’. Dicho y hecho”, recordó esta semana Diego Ohlsson, otra de las promesas de las divisiones inferiores del Cacique, quien, finalmente, abandonó el optó por dedicarse a la Ingeniería Comercial.

El niño Zavala no lo pasó bien hasta encontrar una nueva oportunidad en el fútbol. Pasó por Magallanes y encontró su lugar en el mundo en Coquimbo Unido antes de consolidarse en Melipilla. Sin embargo, nunca olvidó el desaire del que fue objeto en Macul, justo en la época en que los sueños y las emociones son más fuertes y en que un traspié puede resultar determinante. “Tuve un problema con un técnico y salí. Fue un problema interno. Me fui a Magallanes. Ahí no estaban muy bien las cosas y me quedaba muy lejos. Entonces, partí a Coquimbo”, recordó hace un par de semanas en una entrevista con El Deportivo, que lo incluyó en el equipo ideal de la temporada. Su campaña en los Potros avalaba la distinción: disputó 32 partidos, entre el torneo y la Copa Chile, y marcó cinco goles. Su habilidad y velocidad lo transformaron en una de las atracciones de la competencia y su rendimiento llevó incluso a que Martín Lasarte lo considerara para la gira por Estados Unidos que cerró el calendario de la Selección.

Por esos días, el delantero reconocía que su deseo era disputar la Copa Libertadores y que se veía perfectamente integrando un tridente de ataque con Pablo Solari y el centrodelantero que Gustavo Quinteros le pidió encarecidamente a Blanco y Negro. “Por lo que he escuchado, al profe Quinteros le gusta más Solari por el sector derecho. Yo juego por el izquierdo. Si se da la opción de ir, voy a pelear el puesto siendo leal y trabajando para el equipo y para mí”, explicaba, ilusionado, respecto de una eventual conformación de la ofensiva popular.

Cristián Zavala, en su paso por las inferiores de Colo Colo.

No olvida

Inconscientemente, Zavala no olvida el momento en que su vida pudo cambiar radicalmente. “Estoy feliz de anunciarles que hemos llegado a completo acuerdo con Colo Colo. Estoy ansioso de hacerme los exámenes médicos y de poder vestir, nuevamente, la camiseta del Popular”, declaró en el video que envió desde Estados Unidos, donde disfruta sus vacaciones, para oficializar el retorno al club que lo había visto nacer. Al vestuario en el que volverá a compartir con Villanueva y Morales. Ahí donde, asegura, volverá a sentirse en casa. “Tuve técnicos buenos y uno malo. El malo fue el que me sacó de Colo Colo un día antes del campeonato por mi baja estatura. Todos mis compañeros saben que fue injusto”, especificó a radio Cooperativa cuando su fichaje era inminente.

Retornar a Macul fue siempre uno de sus objetivos. Y luego de pactar las condiciones para su arribo, en sus redes sociales no vaciló en hacerlo notar. “Soy albo hasta... Vamos, vamos Cacique, vamos Eterno Campeón”, posteó, parafraseando uno de los cánticos de la Garra Blanca. “Estoy feliz de volver y, por fin, cumplir mi sueño. Mis cercanos saben lo que siento por el club. Solo queda disfrutar. Vamos Colo Colo”, añadía.

El camino no fue fácil. En 2020, antes de fichar por Melipilla, estuvo en Fernández Vial, que entonces jugaba en la Segunda División, la tercera categoría del fútbol chileno. Por esos días, alternó sus obligaciones deportivas con un oficio que aprendió sobre la marcha: la barbería. “Eso de ser barbero lo hice en 2020. Había que hacer algo, porque no sabíamos si nos iban a pagar. Me lancé nomás y empecé a cortar. Máquina, navaja, shaver, todo. No me tembló la mano. El primero es difícil, pero después sale solo. Me enseñó un amigo de Conce y de ahí me lancé. Les corté a varios compañeros de Fernández Vial. No me pagaban. Me decían que estaba haciendo la práctica, los canallas”, reveló a este medio. En los aurinegros disputó ocho partidos y marcó un gol.

Previamente lo había acogido Coquimbo Unido, en el que estuvo durante tres temporadas, aunque con escaso brillo: en 17 partidos, marcó un gol. “Siempre lo he dicho. Está el club del que uno es hincha de niño y ese con que uno se identifica. El club que me identifica es Coquimbo Unido. Coquimbo es algo que se impregna”, sostuvo respecto de su apego a los piratas.

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